Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
viernes, 30 de septiembre de 2022
jueves, 29 de septiembre de 2022
Ni el colofón mensajero amarillento
Ni el colofón mensajero
amarillento ni la magia más agobiada dentro de natura.
Ni el arañazo arrepentido ni
el astro mezquino doblegado ni el infértil sudario.
Ni la más piadosa madrugada
esperando ni una tarde agitada y moribunda.
Ni el enfado diurno con sus
botas puestas ni regresión en fuente de ilusión.
Ni la pianola afligida para
el embate aburrido ni alienados óvulos de mar.
Ni el ofrecimiento enfurecido
por cinco centavos ni sol con revólver.
No el trastorno en el oleaje
de marañas ni los bolillos en preámbulo.
No el grandioso silencio de
la primera confusión, no broncínea luna y arcilla.
No zamba de locura ni miedo
fibroso, no la pretensión del auto arrullando mortaja.
No el llanto de llovizna quemadísimo que no aprendió a callar ni a encallar su barco.
No puja lo que tiembla, no
daltonismo bañado de luna ni blanco flotando en cosenos
Ni la oscuridad del cielo, ni
rastros que nacen en cualquier parte ni fecunda el anhelo.
No torpes ayeres del norte
dariano ni hertziano hilillo mochando conjuros desganados.
Entender todos los Beethovens y los Picassos resulta abrumante.
Un Mozart que cuida todavía
su solfeo encerrado sereno entre nosotros.
No, ni yo, ni tú ni el Perseo
soñando, ni la ninfa que cruza de pronto el vacío.
No falsificadores majaderos
de crepúsculos, ni a la ingrata odisea ni parábolas niños.
No queda no más allá, allá ni
más ni menos un Danubio catrín ni que fueran todos y cada uno...
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 28 de septiembre de 2022
Carcajadas lloronas siderales
Carcajadas lloronas siderales
en el hombro robusto
de la distancia tragan cien
mil imágenes de fuego.
Castidad redimida de un
espíritu lleno de miedo
lleva a cuestas el conjuro
presumido de la no sabiduría.
Mientras comprende bien a la
nobleza de la epifanía,
su zozobra lo inquieta bajo
el hierro iconoclasta
hambriento y saltarín del
mundo paralelo.
Semáforo de apariencias
llega a la orilla de mi extraña
voz resucitada, el pánico de sus flechas
más veloces son sueños
indigentes y precoces que en
las exquisiteces del alma
negadora cuenta cómo el amor es
un estallido inquisidor
de mañanas sintéticas donde
se esclavizan sus huellas leales
dentro del pistilo geniculado
de mar muerto.
¿Nos desgobierna la cara de
la vida en catetos audibles
de la desmayada luz?
Al no tener precio, la
desnudez inocente del tiempo suma y no
resta, contempla y no
inflama, vierte y no agoniza
el ardor de las
constelaciones ya que a partir de su hora
cero el universo es un
subsuelo de olfatos patituertos,
buscando su estabilidad
mental en las gredas de una sed
indescifrable y sin gastar una
gota de sudor se transforman en la
eternidad filtrada de
espasmos milenarios de ojos dolidos.
¡Ah posibilidad generosa en
este largo y cabalgante misterio!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 26 de septiembre de 2022
Reconozco la voluntad del instinto
Reconozco la voluntad del
instinto preciso, voluptuoso a veces caníbal.
A pesar de los pesares la ida agridulce de la melodía ascendió a los cielos.
La gotera del tejado se
deprime desde el atardecer de lluvias vagabundas.
A simple vista las pantorrillas del silencio
aguantan el aislamiento de un día,
enrojecen en la cinematografía
de la inquietud delatora,
a troche y moche crecen acantiladas en los emblemas del ciclo lunar.
Quitándose la venda de los
ojos, la ilustre hiedra de la muerte sostiene su historia.
Dijo el poniente al
favoritismo “Voy a beberle al tiempo las palabras”,
la iniciativa insípida se obsesiona en desaparecerlo del mapa.¡Ay!
La verdad amarillenta canta
victoria en una galopada de sueños.
Una fiesta ceñida cava su
tumba midiendo el cuerno de los claustros
lamentablemente la sombra de
un duende es atrapada con las manos
en la masa en complicidad con
la fábula del letargo.
En un círculo vicioso la oquedad del grito es esa pestaña indomable.
A la metafísica del hambre y de la saliva sus trajes de madera eran
las oscuras cavernas de sus
emociones.
Puño desamparado de espinas
en bandeja lo quiere todo hasta el
firmamento, y es el origen de un
garabato embriagador, su peligro
traspasa las puertas del
desconcierto.
Duele en carne viva, en mí la
pregunta mordaz de los reflejos.
La señora de los truenos en
fila india saca sus pecados
y en olor de santidades se
derraman con el jocoso brillo de su azogue.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 25 de septiembre de 2022
La agorafobia del dolor y el destierro del alba
La agorafobia del dolor y el
destierro del alba
han sido fieles creyentes del
instinto oscuro,
tras la rubeola de sus labios
no hay hora que se
anestesien,
ni catarsis que los
santifiquen
ni compulsión rabiosa y
exagerada
que les reanime
a tomar algún esquema
corporal
donde en descuido sus
razones se queman
por resucitación cardio-crepuscular
a cara descubierta ante
fantasías diurnas,
no cambian sus pantuflas con
oclusiones coronarias
por la sangre profana de la
luna,
ni seducen los pellejos de
sus neuronas aprehensivas,
hoy asegurándose aplacar el tono
irreverente de sus miedos,
cicatriz cínica obnubilada
pierde su consejo práctico,
porque los pies se le
derrumban como astillas quemadas
y yace extenuada la obesidad
de sus mentiras,
su gemido lesionado es la
oftalmología de su movimiento
parabólico ¿La ruta incierta
de su sombra?
¡Se deja auscultar con la frente en alto!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 24 de septiembre de 2022
Mis ojos reposan en las plaquetas de la noche
Mis ojos reposan
en las plaquetas de la noche
disfrazados de nubes anémicas
y siendo máquinas rencorosas
estallarán soledad como
nervios apiñados musicalmente.
Su deliciosa verdad alertará
una laguna que florece de humildad
donde se acurrucan las
piedras en su aerofagia recurrente,
juguetonas, vírgenes,
igual que en la mueca rural
donde nos hace
recorrer por siempre
recorridos de esperma de
yemas vulnerables.
Sucede que ahora entraño
colorear el silencio
que te convirtió en usurpador
de luctuosas amígdalas,
amígdalas acicaladas de
sonidos domesticados, domesticados
de caricias pensativas, pensativas
de llanto ambulatorio.
Su hipertonía declamatoria
silenciará mis lémures;
empapará de voces mi retorno
con mi sombra a cuestas.
Y sobre el ojo de la
nostalgia descamisada de dulzura
ofrendará su equívoca
apariencia sobre lo ya muerto:
porque simplemente todo era,
un ávido recuerdo codiciante.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 23 de septiembre de 2022
El tiempo cuadriculado a ras del cielo
El tiempo cuadriculado a ras
del cielo transcurre en el anzuelo
de un contrabalanceo de ideas
tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz
muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes
navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes
se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de
la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices
de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata
grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la
voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus
manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los
problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo.
Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa
y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se
escapan superdotados
por cada respiro sintonizado cuando
siente mi corazón enmudecer.
¿Qué serían los rasguños del viento
que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin
esperanza!
Ivette Mendoza Fajardo
de un contrabalanceo de ideas tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo. Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se escapan superdotados
¿Qué serían los rasguños del viento que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin esperanza!
sábado, 17 de septiembre de 2022
Economía demencial
La fuerza del mercado demanda
en tridimensional,
deslizante matriz de
recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada
germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la
quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus
flecos iracundos
la teoría de los juegos
vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad
marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad,
se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la
arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario
balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas
conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y
habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y
tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora
en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista
muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando
en estado corporativo.
Ivette Mendoza Fajardo
deslizante matriz de recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus flecos iracundos
la teoría de los juegos vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad marginal, tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad, se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando en estado corporativo.
viernes, 16 de septiembre de 2022
Desata, luna, la cacería del contentamiento
Desata, luna, la cacería del
contentamiento
como el lienzo blandengue que
simula el cielo
y la fachada entiende la
ferocidad de las herraduras.
Bajo los fachosos acueductos,
entre las jocosas resinas,
la roca, el viento y las
estrellas
tienen sobrados conocimientos
para argumentar
aun cuando no esté su acecho,
en buen provecho,
como el llamado valeroso que luego obtendrá sobre el orbe
en su frígido tormento.
Batido por la vida,
la determinación del fuego
granjea, como derrota,
las caras del léxico
diamante;
mientras que el histerismo de
la roca en
las alas del huso virginal,
en el titilante final es un tendón
digitalizado de vendettas.
El extraño rugido con que se ablanda su certidumbre
se acoge a la tristeza pueril de una
lágrima erógena,
¿A quién comprende en su
misión?
La exclamación estudiosa no
ama la herradura,
pero entiende su fuerza
corpulenta.
Nada deshace la roca si no es
su designio dopado.
Nada doblega al viento si no
es su mismo sufrimiento.
Nada alborota las estrellas
si no son sus mismas sabidurías chamuscadas.
Una estrella dulce es un niño
astral esculpido bajo el llanto ígneo del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas
Rebotan mis palabras en nubes
de colores capitalistas,
la sombra carnicera se
adelanta oscureciendo el recuerdo malavenido;
la ciudad homeostática
respira lágrimas frígidas y nadie viene en su auxilio.
Ser un látigo magnate a mi
antojo para domesticar la angustia samurái.
No hay soñador que sueñe las
venas asombradas de mi noche mesopotámica:
generosa, azul, obediente que
le roncaba al mundo fauno aturdido.
Apagado está tu reino
absorto, muerto el rubor del espíritu al estilo intruso:
y su boca que enamora rastreos
en alargados túneles de ideogramas
no consiente la inseguridad ni sufre la inmisericordia: y ahora está
en tus pesadillas y caigo sin
voluntad en tu deseo, puede llamarse
adulación pecaminosa ¿En un
entorno de puros impudores?
Burlescamente hiere un agua
cósmica la rosa espectral que oxida el mundo;
¡tan inquieta! Que podría
inquietar todo… entre la pasión y el fuego,
entre el cuerpo y el alma,
¿Será que como vida abrazan soledades?
Apaleada intrusión dióptrica,
hexasílaba de llovida voluntad de hemisferio dormido
pregunta a los que llegan:
¿Por qué la memoria adormece ante el misterio
adolescente? Más allá, más
allá, un subversivo clamor es una vanidosa pantera
en solfeo mayor entregada a
las obras de caridad a pesar de tenerlo todo y nada.
¡Ay! su corona punzante de hermanastros
polinizados en fulminante mono
trapichero de impulsos
valerosos barajeando alopatía y limadura, migajas y
barriletes ¡Ufff!.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 12 de septiembre de 2022
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz
Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz,
escudriña el cincel su ser interno y muerde la noche su miopía.
El filo del cuchillo es otro
camino de ambición martirizada,
el hierro lactante duele y se
retracta en breve justificación,
la erosión de la vida es
miedosa y es valiente
es un sueño de ojos rancios
con dolores y alegrías... es paradisíaco...
que usurpa la modorra inopinada de los átomos.
Cielo y averno invaden los
vapores huraños del mañana.
Tiempo generoso... nos
regalaste el púrpura del milenio.
¡Aquí queda la báscula
resentida sudando eternidades juveniles!
El cobre primordial se
exilia, termina su recorrido por la tierra
con tambores de lumbres y
truenos para coronar sus días…
¡Son dramáticos los ayeres
navegables en nudos centinelas!
y se cuidan con laicos
revólveres, cariñosamente se apretujan
entre ellos para sacar una ingenua risita apocalíptica.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 10 de septiembre de 2022
Septiembre se insubordina
Septiembre se insubordina
con el embrollo cruel de los
sollozos
afuera pereza de la catacumba
va acumulando
su codicia entre cifras
ilógicas de la muerte;
toda la quietud dormida del
ímpetu apagado,
contra las rocas
expande su plétora de
placeres de locura
su blindada bondad andariega
entre las alegrías sordas
su broncínea percepción en la
neurosis callada de la sangre,
ya nadie a contraluz se
aventura
en este minuto enigmático de
la mañana;
asmáticos los ruidos se
mitigan al
enraizamiento mediador de los
días, por donde
azuzan sus olores en el fuego
con hipnótica prudencia
así como esa gratitud
domesticada de monólogos
frente al derrumbe rojo del
elogio, del elogio llamativo de olor gris,
la mañana es un lengüeteado
despertar sobre los pantanos
la noche un rey de corazones
depilando la piel de mi soledad.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 5 de septiembre de 2022
Tréboles de secuelas desterradas
Tréboles de secuelas desterradas
reflorecí en tus errores, en
lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres
se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y
mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de
discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena,
con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua
conquistadora
tragándose todos y cada uno
de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no
aguanten más,
ruégale un rocío fructificado
desde mis
sienes rotas, como costumbres del
azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al
catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero
suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y
gorriones,
gorriones de corazonadas
aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el
silbo embrionario de mi universo bonachón.
Ivette Mendoza Fajardo
reflorecí en tus errores, en lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena, con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua conquistadora
tragándose todos y cada uno de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no aguanten más,
ruégale un rocío fructificado desde mis
sienes rotas, como costumbres del azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y gorriones,
gorriones de corazonadas aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el silbo embrionario de mi universo bonachón.
domingo, 4 de septiembre de 2022
El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno
El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno fortuito
titiritaban de ansias, pero no
era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con
sarampión de arbustos bondadosos
cayéndose entre puntos suspensivos
¡Plaf!
¡Oh tesoro de disfunción
coqueta!
¿Era martes familiar y
taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el
vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En
cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su
respiración en una
caja de pandora con el filo
punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el
desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
sobre un meteoro masoquista
con zapatos voladores de
carne y hueso ¡Ay de él!
Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca.
¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus
premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio
para aplacar el
hambre de los dioses del
Olimpo.
Sábado preñado de caricias
agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al
mundo para cultivar el pío pío de
mitologías olorosas, y aquí murmurando
yace oliendo a domingo,
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.
Ivette Mendoza Fajardo
titiritaban de ansias, pero no era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con sarampión de arbustos bondadosos
¡Oh tesoro de disfunción coqueta!
¿Era martes familiar y taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su respiración en una
caja de pandora con el filo punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
carne y hueso ¡Ay de él! Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca. ¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio para aplacar el
hambre de los dioses del Olimpo.
Sábado preñado de caricias agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al mundo para cultivar el pío pío de
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.
sábado, 3 de septiembre de 2022
Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea
Aquí yo ondeando en el linaje
de la madrugada curvilínea,
engullo la tibieza de la
hierba acariciada y desertada, en cada sopor
de áncora humillada donde la palidez
del fuego aprende a leer rarezas.
Aquí me siento dueña para
hablar a solas con el licor pícaro de
silencios sin caderas, que
quede grabado en mí un Vesubio
que calcine mis preceptos membranosos y
que cada día vayan muriendo
poco a poco. ¿A qué hora se
desuella nuestro amor oscuro?
Refrescante tarea carga
liposucción de noche golosa que al
estar quieta exhuma los
espacios marchitos de tu incauta mirada.
¡Pompeya vivió la
inmisericordia mefítica de un averno viviente!
Prohibido respirar impiadoso ante la
perversidad de cenizas con gestos
congelados en la eternidad de
las visiones hasta el terciopelo
áspero del suspiro frenético.
Fragmentos de mares en la Odisea
despampanante de razón dócil inclinadamente ornamenta
la imagen perdida dentro del
caldo ígneo amargo de la vida.
¡Hoy me haces recordar!
Emergí desde los escombros de un
Big Bang buscando la mano del milagro
pero era la patria de los
fantasmas que se esparcían a
mi alrededor con los ojos
abiertos y cantaban “It is time to say goodbye”
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 2 de septiembre de 2022
La animosidad del destino
La animosidad del destino es un
cuerno sin aire mórbido desafiando
El casco perezoso que marca
un pantano materno
La ignorancia iracunda que no
encuentra un freno enviciado
La ligadura destrenzada del
amor insalubre cojea
El lugar deleitoso taña sus
sonajas profundas
La boca del brazo que
metamorfoseado fuma el viento de rabia
El punto del tacto caminando
por la paja del ojo ajeno
El blue jean desinfectando
recuerdos embravecidos
La gesta gestando la
decrepitud del soplo divino
El desvanecimiento de la
eternidad que inflexible gobierna
La silla torneada muere de
vieja muere triste y cansada
La firmeza de la idea lame el
contorno del párpado iluminado
El rectángulo del agua que
baja por la insolente escalera
Las afonías del ruego y la
lenta mañana se entrechocan
Las injurias anegadas soñando
sus muertes sucesivas
El temeroso delirio del mar
quebrando el diente catequizado
El miedo putrefacto y el
rencor vienen trapicheando melancolías
El ruido metalizado
inútilmente seca sus manos sudorosas
El bla bla bla infernal que toca el olfato de sonidos zurcidos
El quiquiriquí demencial
permaneciendo aquí conmigo
Ivette Mendoza Fajardo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)