Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
lunes, 21 de noviembre de 2022
Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro
Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro destruyen
viernes, 18 de noviembre de 2022
Todavía sigue humeando la silueta de los siglos
Todavía sigue humeando la silueta de los siglos.
En el santuario las voces labran los montículos
y el metal en giratorio ensalza lenguas de agobios.
Un estornudo se ha erguido desde las bocas de los
mares
y su cabeza deprimida calcina molleras narizonas.
Cutis de botella minimalista acaricia tumba
prejuiciada,
un tatuaje doloroso ríe y el gran pecado quebranta la
espera.
La pubertad un guijarro enloquecido de índigo y fuego.
Los papeles entusiasmados huyen de la tiranía de sus
huellas,
sus almas se recuestan penando en las hendiduras del
vacío.
Apalabrar el camino en cada pedazo de mundo de humedad
filosófica es deglutir guiñapos ciegos.
Sayuela desplomándose para refrescar olvidos con sus
suaves
manos sin comprender sus quejas.
Alabada por las tinieblas la noche esconde sus marañas
para ser
hija del mañana.
Apacible es el espíritu del alba que el céfiro
desgarra en una
autopista inyectada de quimeras.
Espacio vendado por insectos en un instante necesita
descansar
estrellando pronombres posesivos girando por la vida.
Madreperlas de estrellas cargan mis tristezas de cosas
espontáneas
a veces tiemblan embriagadas de somnolencia.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 17 de noviembre de 2022
Cadencia entre pechos reflexivos
Cadencia entre pechos reflexivos, los ayes en la cara,
y un epígrafe que solloza en las borrascas
―al no ser elemento consentido caprichoso ―,
la mano atormentada del miedo
exprime el
silencio y sus vertientes entusiasmadas
de percibirse y retocarse en el vacío, cuando existe
―si no la trivialidad del desmigado pretérito ―,
lo nivela, dejándolo desperdigado…
Lo minúsculo que lo trascribe,
enmarca ―con semblante solidario al dígito,
que a su elíptica forma subversiva la disipa…
Y en lo inmortal, o mortal vagabundea
―con su músculo de infinito tenso y desarropado
de la sagrada y facunda luz que: ¡la circunda …!
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 15 de noviembre de 2022
Desde la acurrucada lluvia sesgada
Desde la acurrucada lluvia sesgada
del crepúsculo apasionado de tus ojos,
mi esperanza se siente abrumada
por el aire sonriente, ya robustecido solo por el
olvido.
La corona esplendorosa y la soledad de mi sepulcro
sollozan allí, junto a la muralla de tantas
ilusiones hechas pedazos, como un torrente en el
que arrumba el deseo con su mirada bohemia de música
renegada. ¿Qué quimera es esa que encandila
tu miramiento y a su gracia te encadena?
Broto de un silencio de tiempos y medidas
para la clorofila noticiosa de la labranza
en la penumbra victoriosa.
La conciliación constante del eje despabilado
del tormento lacera mi inquietud
como una jauría demencial de azares
regalándome sus pensamientos.
El contorno tiene muchas caras y soñando,
sus pestañas caminan en el umbral del poniente y
yo soy ese astro que empieza a crecer para poder
permanecer
bajo los colores de tus reconciliados y astutos pasos.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 13 de noviembre de 2022
Con el perfil abatido brillando por el margen
Con el perfil abatido
brillando por el margen
el abecedario escribe en
el espacio virtual
cuando el alba avanza cada
vez más ruidosa,
apática y angular al
revés y al derecho, sus
gemidos repercuten, se
engrandecen o se
duermen y los limpia y
los halaga y les da de comer
sobre una caldera
encendida en la espesura de la
noche y está rodando como
si fuera una pelota
y el silencio es una
esfinge con angustia de almas
donde se encorvan los
cuerpos celestes.
Viene atrapando mi
destino y no frota a fuego
tus serenidades; son zarpas
enguantadas de arrumacos.
¡Ah cómo desclava el alma
al corazón, quejosamente!
Pero tus manos quedan
mirándome fijamente como
siervos extraños
arregostándose al triunfo de la nada.
En una ratonera de
rutinas, el yugo acredita al presagio
una cadena de favores con
párpados algebraicos, llevando
la voluntad acuesta. Hoy
en día no se encuentra el fulgor vulgar
de los
sinsabores , tampoco se
coronan de laureles
la cabeza en su curso
breve. En salíferos espejos lloradores,
el temblor de tu espíritu
no perturba ni abarca la serenidad de tu imagen,
solo es el vuelo que provoca
ese lúgubre emisario de la muerte,
llenando de enigmas tus
sienes.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 9 de noviembre de 2022
Soles taciturnos de organigramas audaces
Soles taciturnos
de organigramas audaces
abarquillan
magazines de tristezas,
obligan
sensualidad al fauno
maullador
comprimiendo designaciones
privilegiadas,
desmoronando distancias
resabiadas
cuando empañan los espejos
empíricos
que cesan de escalonar sobre
resquebrajosas vocales que te
extorsionan
y te fustigan y te hechizan y
te halagan luego porque
yo he tenido un manantial
milagroso dentro el alma
para salivar invicta frente a
la aurora onírica del engaño
para diluir transacciones
acéfalas combadas en el tiempo
para tornarme espectro
arrastrando tu barca de obediencia
para empaparme en el hielo no
avillanado del mundo
para escuchar dentelladas
contritas sobre el perdón orgásmico
no para embadurnarse de
castaños instantes
ni para diluir letras
amaneradas en el regazo del silencio
tampoco el afán proyecta el
fuego averrugado de la muerte
¿El oprobio que examina mi fe
en vaguedades atrofiadas?
¡Ah eutanasia de la nada que
asga la espada!
Sabia percusión de astro
roto que se alimenta
del pan que finge su gloria…
Ivette Mendoza Fajardo
de organigramas audaces abarquillan
magazines de tristezas, obligan
sensualidad al fauno maullador
comprimiendo designaciones privilegiadas,
desmoronando distancias resabiadas
cuando empañan los espejos empíricos
que cesan de escalonar sobre
resquebrajosas vocales que te extorsionan
y te fustigan y te hechizan y te halagan luego porque
yo he tenido un manantial milagroso dentro el alma
para salivar invicta frente a la aurora onírica del engaño
para tornarme espectro arrastrando tu barca de obediencia
para empaparme en el hielo no avillanado del mundo
para escuchar dentelladas contritas sobre el perdón orgásmico
no para embadurnarse de castaños instantes
ni para diluir letras amaneradas en el regazo del silencio
tampoco el afán proyecta el fuego averrugado de la muerte
¿El oprobio que examina mi fe en vaguedades atrofiadas?
¡Ah eutanasia de la nada que asga la espada!
Sabia percusión de astro roto que se alimenta
del pan que finge su gloria…
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 7 de noviembre de 2022
La mandolina otoñal del cielo
La mandolina otoñal del cielo
se balancea entre la dulcedumbre
con denuedos pálidos que,
repentinos, colman los recelos del mar,
y un baúl de angustia
desvelada
empapa al traslúcido perfil con una
tonada de triángulos derrotados.
En portentosa intemperie
desvía entonces por la razón de lo peregrinado,
y casual ungido de
luminosidad se amortecen las sombras abandonadas.
Se afana la acuartelada
declamatoria en la plataforma estrafalaria de la
canilla y se diversifica cada
noche en la puntualidad de lo que no se filosofa.
Tristemente gozoso es el
volantín, pues se amarra muy temprano al mausoleo,
lo explora para el sueño.
Siesta del tiempo allanada
caldea con el alma de lo que
no aconteció.
Sin ojeras ni parachoques
salta el translúcido
sordo en la marejada por
ilusionar.
Ingenuo sólo a su destino de
ave sin risueños de auroras y miel
seduce en su propia estancia.
Por eso a nadie ruega porque
no lo debilita.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 6 de noviembre de 2022
Marchan los faroles musculosos del mechón martirizado
Marchan los faroles musculosos del
mechón martirizado
sobre los mares agrios de
sudores económicos,
agrandan los valores
educados de desmayos inocentes.
Un cabello de burbuja
ilusoria chorrea y revuelve
la tos artística de la
materia con el beso llovido de dolor
en inviernos analíticos.
Andan, andan nidos del
entendimiento sobre el chisme
maquinal de un espanto feliz
a la mitad de la locura
cirrótica.
Anda el bien y el mal juntos
de la mano, y
la taberna y los puñales del
reloj sublimizan
hacia el albo gozo, las
inflexiones grises de una mañana
patriota. Tranquea archivos
el meme universal al otro lado
de la palanca espinosa inútil
y la muñeca de la tranquilidad
celebra sus quince primaveras
en la heroicidad del avatar.
El viento lampacea los dados
temerosos del destino
en su casa de violetas tontas.
Andan leves los catafalcos
amoquillados en monitores
parlanchines.
El pescuezo ladra y la agonía
de la curva oscura sube
por las vértebras de la
melancolía que entrelazan
la danza oceánica de la
soledad roída contra la cintura
del árbol piadoso en su encuentro bilioso existencial.
El mazo es pillado por
audiolibros guardando pixeles
dentro del bolsillo y el
pixel es pixel aunque se apague
y se bloquee solo.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 5 de noviembre de 2022
En el hierro esquivo del caluroso peñasco
En el hierro esquivo del
caluroso peñasco
batalla incesante la ingle
orgullosa del estruendo,
como el acento del resplandor
saturado
de la pupila viajera que en
el orbe sin queja
va
retozando en su fugaz recorrido sobre el
alborotado viento
descollante,
mientras tanto escucho una lágrima
rebullir
que fragmenta
la bramadora celosía de la
nada.
El giro amohinado se
transforma
en la adolescencia de la
colmena
y en el invierno de la
versión masculina,
se aclimata al gris canalla
de la bandera
crucificada por
su propia argumentación
equinoccial,
¡Hay algo más!
su altura liberadora de las
cosas crepita
en el espejo desdeñado de sus
labios;
una aureola salta solitaria
en el análisis lluvioso
del instante, traquetea de gozo entre la
hojarasca.
Una paz abatida de
humillaciones evoluciona
desde los antojos pectorales
de la marea,
que se atragantó de peces y
corales
hacia las orejas del empacho
de la fatigosa lontananza.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 4 de noviembre de 2022
Fragmentos de silencios nómadas sobre la mar
Fragmentos de silencios nómadas
sobre la mar
lógica dormilona y emoción
revesada de tiempo
incrustados en el idilio
turbado de las hojas.
Envenena la malicia a la
eternidad remendada,
apenas chispas de sollozos lamiéndose sonoramente.
Cálculos de una campana
inútil ya en la permanencia,
ostentando por manuales
orates de
cosquillas nacidas desde
ayer,
como la lengüetada vesical de
ave secular
en el hondo de átomos que
admira y lo mastica.
Arroyos enyesados de sed en
auxilio costilludo
vegetal sufriendo.
Humilde palanca que se turba
alrededor de
la silueta solitaria de los ojos.
Asombro de tobillos círculos
velámenes azotes.
Apaciguada perspectiva de la
inusitada ocurrencia
que ahorca de la vipérea
congoja cascaruda al cerebelo de los días.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 3 de noviembre de 2022
Una ninfa dialogante
Una ninfa dialogante se tragó
el tiempo
encopetado de manías
logarítmicas,
se tragó los más funestos
entendimientos de
las nebulosas sagradas de una
flor dudosa
y la eternidad multicolor
que jugaba con el destello
de la ilusión, redactaban sus
versos bufonescos
de tardes venenosas en
galopantes misterios
del dolor amniótico.
Los mares eran una disculpa
para obstaculizar
los problemas computacionales
de brújulas carismáticas
que custodiaban un engendro
óptico en sudorífica
comprensión.
Mientras tanto el párrafo
interrogaba sus vanas confesiones,
congelaba secretamente la
membrana de su imprudencia
donde debía caminar veinte
kilómetros hacia al más allá,
espolvoreaban pedazos de
crepúsculos cazando virgos
metapsíquicos, celestes que
añoraban su valor inexplicado en rumor
hadado, y nada se lamentaba
en esas constelaciones de alcanfor,
¡Oh dócil control de sospecha
letal!
¿Qué ninfa dialogante rasca
fracturado orgullo?
La fidelidad de un bullicio
que come con sus manos torpes es
la cabellera taciturna de ella
en requiebros de luna frígida astral.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 2 de noviembre de 2022
Oh, mañanas del bombillo
Oh, mañanas del bombillo.
Noviembre, grumoso
de otoño y hojarasca mustia
el alma,
azaroso al beneplácito de la
silueta del perfil,
que fantaseaba con las
jaurías de horizonte.
Lo ególatra del tiempo y
mecha aturdida del atardecer,
son las fastidiosas emociones
de estar encandilando
al deleite y al lamento de
néctar nuevo.
Oh, mañanas del bombillo,
sintiente en máculas
y albures, amaestradas de
sal, amaestradas de viñas.
Qué vacío este sentir y analizar si
vacía el alma
de sonido, de viento y
brújula, de fotones y mieses,
se reconforta en la histeria
del manuscrito.
Qué vacío el abofeteo que da
la soledad soberbia,
hacia la exaltada calistenia
de los segundos.
Ivette Mendoza Fajardo
A la hora en que la fortaleza del ruido
A la hora en que la fortaleza
del ruido
primaveral de la bancarrota
se somete
como un nudo normativo por
lengüetas
del mangoneo,
el maniquí regala textos
rumorosos
mientras vive su morir en la
oscuridad vestal,
del oscuro acaecer del tiempo
que lo rodea.
En el mismo instante que el
encontronazo de sol
y el encrespamiento de aguas
raras se arrepienten
de su suerte, la música
lloriquea como
un viento encopetado
plañidero.
Un lobo zalamero del color de
draconianos crepúsculos,
se consuela en la noche
ofreciendo su fauces de letanías.
¿Qué locuacidad mamífera agrietada lo
aprueba rejuvenecer?
Ivette Mendoza Fajardo
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