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lunes, 4 de julio de 2016

Fénix



Palabras, sintonías del fénix.
Tienta mi corazón en el jade meticuloso,
tienta mi más perfecta habilidad de geisha,
tienta un hombre que he hipnotizado
entre esta vida y la próxima,
mi silente historia japonesa,
mi amor lejano vaticinando el brote de cerezas,
el japonés que lleva dentro del, el japonés
que impecable sale a trabajar por las mañanas
una mano fina impulsora,
incomparable piececitos de juguete
pisan la arena, escalan el Fujiyama
llora, llora orador panacea de montaña.
Todo tienta en ti,
y tú tan lejos de mi
isla profusa de las aguas
reliquia de la espada invencible

ninja sutil,
todo tienta en mí, sobre sakura del jolgorio.
El pez comprende las palabras.
Ivette Mendoza

domingo, 3 de julio de 2016

El péndulo divide



El péndulo divide en dos
la cuerda de la penumbra.
Otro día mal gastando la pluma
que se distingue analgésica
entre la mea culpa de sonreír
y el miedo de sudar miedos.
Las gafas seminales
enfocan ese signo represivo
y la consuela
cuando ya no puede resistir
el viento que se inclina
a la caída del agua oscura.
Ivette Mendoza

sábado, 2 de julio de 2016

Con siete pies



Con siete pies te abrazo.
Tus ojos respiran un ruido feroz.
A la muerte le gusta aplanar las calles.
La vida cría cuervos y le salen pájaros hablantines.
La luna llora lágrimas de cebolla.
Me arrodillo ante rosas sin espinas y no llueve clemencia.
Ando y ando por los oasis del alma y sucumbo a su inocencia
rota.
Soy una marioneta con colores discordantes.
Estoy ligada al resplandor del pecado del himen extraviado.
Tú y yo rompiendo barreras que hemos construido.
De tripas hemos hecho nuestros corazones y nos indigestamos
de amor.
En el huerto hipocóndrico de tu corazón quedé con la
razón atolondrada.
Tornasolada yo, con ese vestido de sílfide alada.
Círculos en la tierra las rodillas sangrantes a la mitad de un baile.
El túnel de tu corazón por donde nos escapamos de la era medieval.
La biología de tus besos que me enseñan a ser humana.
Tus caricias psicópatas y mis manos para encarcelaras.
Mi corazón de piedra y el tuyo, una pala mecánica, que lo tritura.
Ivette Mendoza