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martes, 7 de mayo de 2024

Carromato de barro, sombrío

 

Carromato de barro, sombrío;
flores de aluminio, abrumadas por el espacio,
fingimiento azul en el parabrisas al ocaso.
El último mundo, trágico, de tus idilios
se convierte en un tumulto de almas afligidas.
 
Blanquea tu cadera, rasgada de laberintos,
y tus sienes, dos gladiolos manchados.
Este rencor que albergo, a ti te lo debo—
¿acaso no merodea aquí el acechante de las sombras?
Un dedo lo señala misericordiosamente.
 
Me regodeo, desgarrado en signos;
manos domadas dentro del vientre de un avestruz,
diluyendo sonrisas ciegas.
Sonidos de vientos sin luces se inclinan sobre
el párpado gris; la ansiedad descansa sobre
la predilección encantada de Venus.
 
¡Ah! Una vestimenta musical caída, temerosa,
una molécula sangrienta queda para la posteridad,
saciando una marea de ojos que luchan
por su existencia felina.
Calles que duermen sin piedad, respiran y exhalan,
soltando las cobardías de horas célebres.
 
Contemplar en la oscuridad luminosa
requiere reflexión en tiempos de hambruna digital.
Piernas lisiadas de soledad brillante, cansadas de vivir
en botellas al fondo de un mar de apariencias.
 
 
The cart of mud, grim
 
The cart of mud, grim;
aluminum flowers, overwhelmed by space,
blue pretense on the sunset windshield.
The tragic final world of your romances
turns into a tumult of saddened souls.
 
Your magnificent groin whitens, torn by labyrinths,
and your temples, like two tainted gladioli.
This resentment I harbor, I owe it to you—
does the stalker of the shadows not prowl around here?
A finger points it out mercifully.
 
I revel, torn apart in signs;
hands tamed within the belly of an ostrich,
dissolving blind smiles.
Sounds of lightless winds lean over
the gray eyelid; anxiety rests upon
the enchanted predilection of Venus.
 
Ah! A musical garment has fallen, fearful,
a bloody molecule remains for posterity,
satiating a tide of eyes fighting
for their feline existence.
Streets that sleep mercilessly breathe and exhale,
releasing the cowardices of celebrated hours.
 
Observing in the brightness of darkness
requires reflection in times of digital and appliance famine.
Lame legs of phosphorescent loneliness, tired of living
inside bottles at the bottom of a sea of appearances.
Ivette Mendoza Fajardo