Los labios eran una espada germicida
Los labios
eran una espada germicida,
un virus, organizado
en soledades
los labios
eran sólo una taquicardia
como el
llanto de una ambulancia enfurecida.
El escalpelo
que era lanza de fuego en oprobio,
ya el cirujano
no calmaba tu agonía , deslustra.
Enfermeras electrónicas
en todas las direcciones.
Los
porvenires bordados en alcohol color uterino.
Pero la vida
es voltaje para suturar al idealismo.
Debo asumir
que hoy es un lunes medicinal.
Un enfermo a
menudo vivo porque presagia con
penicilina.
Y tú y yo
bailando en el cuarto de emergencia
porque un canción
nos reconforta.
Ivette Mendoza Fajardo