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domingo, 15 de noviembre de 2020

Viento que conexionado frota su lámpara halógena

Viento que conexionado frota su lámpara halógena la multitud desvaída apenas cestos de carbones perplejos. Canciones de los pies enfermos ni siquiera quinteto en su hoguera se eleva al fracaso eterno. Lo erosionado estallarán el aceite y el incienso jamás murmullo del ornitorrinco agravado para el árbol de la sinrazón. Algarabía del medievo martirizado nunca compareció en esos días mono del susurro velloso arrastra su fragancia acolchada para bien y a ras de cielo. El miedo es una roca perceptiva con tatuaje en las piernas vino a ser marmóreo rectilíneo de micro ondas entre los grises bultos y una patrulla de lamentos. Quizás faldones de hortensias como los gatos al ladrar a su esperanza la palabra cuesta cinco libras esterlinas de su vientre calloso. Aunque la gramática fortuita rellena de alquitrán sus gafas translúcidas en proporción igual la manzana se llena de lágrimas se funden con la carcajada. No me olvides aspas del molino rojo la reacción impasible el hambre que nos envuelve la raíz de los jugos amargos la conquista del alfiler ingenuo porque sabores lúgubres daba la vida nunca recuperó los días. Eje cíclico de la profanación llorada la piel desborda puertas consabidas otro hombre mediaba vínculo fuerte gemelo de pensamiento.
Ivette Mendoza Fajardo