Se inclinan los blasfemos
Se inclinan los
blasfemos más execrables del tiempo
con el esperpento
de la historia de color dorado
atrapados en
noches sin leyendas mefíticas
guindando
por el contorno de la muerte como una letanía
no vemos ni un
sonido deslizándose silencioso
ya sea como el
eterno descifrar del paso olvidado
impalpable
en los cejas que son un arma de doble filo
quizás
descubrieron la eternidad de la figuras fabulistas
se
construyen un planeta de metáforas,
un vacío
inmaculado les arañaban las venas
hasta que no
quedaba huella de sus efigies
volátil como
las lágrimas que no se
transforman
en agua sino en humo
escuálidos, a
soñar solamente con la cerradura
de sus yelmos
de miedo, resonando, repicando
pero pronto
una oscura avidez en la sangre crecía
sobre fuego
muy pausado una delgada flecha rota
asomaba y en
lo que no traspasaba se guardaba y se olvidaba
cuando los letargos
de ilusiones se disuelven en los cristales,
Apolo se
retuerce en el riachuelo pantanoso.
Ivette Mendoza Fajardo