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lunes, 2 de noviembre de 2020

Se inclinan los blasfemos

 

Se inclinan los blasfemos más execrables del tiempo
con el esperpento de la historia de color dorado
atrapados en noches sin leyendas mefíticas
guindando por el contorno de la muerte como una letanía
no vemos ni un sonido deslizándose silencioso
ya sea como el eterno descifrar del paso olvidado
impalpable en los cejas que son un arma de doble filo
quizás descubrieron la eternidad de la figuras fabulistas
se construyen un planeta de metáforas,
un vacío inmaculado les arañaban las venas
hasta que no quedaba huella de sus efigies
volátil como las lágrimas que no se
transforman en agua sino en humo
escuálidos, a soñar solamente con la cerradura
de sus yelmos de miedo, resonando, repicando
pero pronto una oscura avidez en la sangre crecía
sobre fuego muy pausado una delgada flecha rota
asomaba y en lo que no traspasaba se guardaba y se olvidaba
cuando los letargos de ilusiones se disuelven en los cristales,
Apolo se retuerce en el riachuelo pantanoso.
Ivette Mendoza Fajardo