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miércoles, 14 de abril de 2021

Pues ya en la pereza, se despluma tambor

 

Pues ya en la pereza, se despluma tambor al
contar tu marcha sobado de duendes; rumbo
a los polos voy añejada de mandarina que arruinó
mi siesta del insano juicio de la clavícula naciente;
tos eminente bajo el paragua temporal de sus convulsiones
de terciopelo; renglones irresponsables manejan ebrios
elencos de cataratas con bocas abiertas; víspera de
piedra azul en preludio de adolescencia; cenotes de
luz mortecina óyelos revolcarse en ingles de reposo
que así se pelea una manera de penar; suave cera
de dedos caídos y amnesia permanente y mestiza
aquí permanece quieta según yo quién habrá de
fingir; yo he sido alma nada más que la eternidad
me pide que salga a cabalgar como Don Quijote
de la Mancha; seguimos todavía sin parar por la
cadena del perro que a calor se deshace sobre
el lomo de la hormiga; atajo por este camino
que se etiqueta en la taquigrafía de su marquesina
patuleca después busca su redondel como cobarde
que muere más de una vez; mientras la resaca del
viento permanece en su vomito de filamentos sedados,
la encrucijada de mi ausencia comienza a vivir
a su manera tan solo feliz con el gato con botas;
galgos tragaluces pueden verme dentro de este
armario llorar la noche más arrebujada; a través
de las cosas va el vaho de mi fisonomía para
morir tan siquiera al revés.
Ivette Mendoza Fajardo