Amartelada como la brisa
Amartelada como
la brisa es la cruz de la sinrazón
con que tus
dudas observan mis preceptos.
Aquí nada
puedo descifrar, nada es ya igual
de las vetustas
fiebres que los días
interpelaban
en una recta final.
Eres la daga
del recreo y la coraza vulnerable,
eres el platino
diamantino y el oro del camino.
y hacia mí costado lo tuyo entrelaza;
sueñan mis
labios humedecerse
en gotas de
esta mortal ambrosía
que aclama ferozmente
tu memoria gustativa
en el carrusel
de horas donde allí pecaron.
Ivette Mendoza Fajardo