Entre la ciencia primordial y la fuerza poderosa
Entre la ciencia primordial y la fuerza
poderosa, se encuentra
la cueva invisible de acertijos y humos que
ascienden hacia al silencio.
Aunque a veces, las belfas de las auroras
sean este gemido crucificado,
una armadura de la ilusión intuye aquel
gesto de soñar
y consolar un llanto adolorido con
juventud, hacia la nada;
¡pasiones, certezas y retratos pensativos,
exhalan vapores fogosos!
Cuando las lunáticas flores son la
atracción enigmática,
año tras año, yo soy la anunciación que
columpia la espera,
enumerando sus formas y sus colores
hasta tocar una cantata de noche universal
para cada pedazo
de los cielos expectantes, de verdores
florecidos que asoman
sin descanso.
Ahora que la vida es elocuente de verdades,
una frase
de luz callada descubre en mí un mundo
fecundo de mis días.
Y la mañana lagrimosa renace como un reposo
conjugado con la muerte,
¿Y quién que ha de ver entre sus baúles de
esperanzas
dos dóciles poesías que siempre anduvieron
enterradas por los caminos desechos en las marañas
de la vida?
Ivette Mendoza Fajardo