El verbo rubicundo
El verbo rubicundo de las exclamaciones
barbudas
balbucea, mutilado, desde esta refinada
gramática,
que desde el abatido sujeto de los tiempos
muertos
cuelga de un pronombre de luz fundida.
El verbo rubicundo de los maliciosos
adjetivos
se ha perdido en la impunidad del artículo
apergaminado.
¡Ten paciencia con las buenas mozas y con
su burguesía melancólica!
que se mezclan en el tabulador, en el
bienaventurado milenio,
y en el alfabeto demencial.
El verbo rubicundo de los sinceros
silabarios y de los abigotados
verbos quirománticos,
haz que nunca compriman la racionalización
de la costilla erguida en los rancios
deletreos,
del camorreo de las letras en la genealogía
del género,
y del verbo anónimo en los verbos
antónimos.
¡Comprueba la elegancia de no contrastar,
un día,
en el verbo demacrado!
Ivette Mendoza Fajardo