Un día nublado
Qué sencillo es pasear bajo el cielo
nublado,
pensar que nuestra efímera existencia no
está abarrotada de trivialidades, es mejor
creer que encarnamos en
un vasto mundo, invaluable,
que habitarán las generaciones futuras.
Una simple rosa, un beso,
una melodía de guitarra que escuchamos,
pueden despertar ilusiones en un viaje de
amores,
con personas que también nutren
nuestros pactos y esperanzas.
El cielo gris, tan sombrío como los
inviernos en Vancouver,
y los pájaros que surcan las nubladas
alturas,
conocen y perciben nuestras rutas,
explorando
nuestras vidas sin desmentirnos.
Ivette Mendoza Fajardo