La brida de mi destino
La brida de mi destino, meta invulnerable;
¡Oh, la brida de mi destino, en tu espera
irídea!,
de todos nuestros idilios lactantes de
veranos dulces,
suplicando rapsodias, iracundas en un
reposo alterno.
La brida de mi destino, de tu letanía de
acero.
Yo la columpio, coloreadamente, en
murmullos oscuros,
La brida de mi destino, de tus valles
huraños,
de todas nuestras imaginaciones saturnales,
¡La vislumbro en las lumbres de córvidos
amores!
Desenhebrando lo más casual de mis
dolientes letras,
desenhebrando allí, siempre desenhebrando,
fugaz,
impulsándome, escudriñándome,
entendiéndome,
conmocionándome. ¡Una oda de Píndaro
recordándome!
La brida de tu destino, de mi meta
invulnerable.
En mis sacros rubíes, bien conservados, de
años solitarios,
honoríficamente memorizados, ataviados
de piedra misteriosa, de arcilla clara, de
verdades azuladas,
cautivando con bocas habilidosas, razones
fugitivas,
energizando gestos donde colgaron los mitos
halagadores,
olvidando sus guirnaldas infecundas, sin
falsedad alguna,
tus bridas, las de nuestros destinos de
nubes primitivas.
Ivette Mendoza Fajardo
(Ivette Urroz)