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miércoles, 10 de septiembre de 2025

Confines de neones azules

Yo, que me nombro cautiverio encendido,
camino erguida en presencia fortuita,
y guardo en mí la sombra de neón encantado
de tus labios, relámpago extraviado.
 
Yo, que en mi culpa hallé descargas polvorientas,
doblegué al mundo en mi propia batalla;
mis ojos —fuego, desvelo eléctrico—
fueron lámparas heridas en la fuga.
 
Yo he brillado en lechos de lavas de entusiasmos,
he dejado caer mi gesto vacío, paseando recuerdos
hasta rozar al halcón de la materia,
siguiendo el pulso febril de tu aurora.
 
Soy caricia de hierro encariñado,
soy diamante estremecido en la sombra de Dante,
soy tiempo incierto que se enciende en tus huellas.
Y mis ansias de vivir se renuevan, en tu cuerpo,
como un río de confines azules que invade mi alma.
Ivette Mendoza Fajardo