La Alfombra de los Espectros
Se hunden mis apretones disfrazados de
bostezo.
Irrepetible vuelta avizora la mente de mi
suerte.
Bolsillos cansados de diamantes maltratan
las brasas
donde se aferra un pétalo de mi congoja,
barranco truncado por rojos cetros de
melancolía sonatina.
Noches eternas sobreviví abrazos de
epitafio lloviznado,
llorado en invención de huella bruja.
Batalla de sollozos tercos vence mi verso
con dolor
y se alimenta del intelecto de esqueletos.
¿Dónde está mi sitio dentro de risas que se
burlan
del legado de reflejos esclavos?
Mi inquietud también se mortifica en el
coraje banal
de tu alfombra risueña de espectros.
Rebelde sepulcro de la llave, tu crueldad
esconde
mis cuatro extremidades de hombre-rana
sumergido en un infinito molecular.
En alarido de hembras de dulzura siniestra
me rimo alborozada a la justicia de las
letras,
en las trampas de la palabra.
Aquí el soslayo se estremece,
y su terrón de azúcar es mi reino.
Ivette Mendoza Fajardo