Madrugada clandestina
La vida, en mi breve narración, dialoga
sobre pilares de lucientes apetitos.
El bisturí del miedo besa mis momentos
hondos,
corta las ramas de mi desliz desfallecido,
como mancha en el chasquido de mis
suspiros,
franqueando mis instantes sin opulencia.
Un deseo se fragmenta, ampuloso;
ovación en el nudo de mi garganta.
Vuelo cinético de brújulas matemáticas,
el deletreado cielo desnuda sus voces
de estrellas, contradiciendo la distancia
entre mi nostalgia y el florecimiento de mi
alba.
En la caverna de mi fisonomía silvestre, el
arte
me otorga el salvoconducto embalsamado de
mi sensatez.
En mi plática sorda divido la nada de mi
esfinge taciturna
y mis heridas incandescentes: hierro
híbrido,
madrugado y clandestino.
Ivette Mendoza Fajardo