Acuarela del sol
Me pregunto cómo se enhebra la acuarela del
sol
sobre el rojo ardiente de mis inviernos,
si hasta Picasso confiesa que su ámbar
se torna mugido verde
que me arrastra en ráfagas de ideales,
colores que germinan en los barrancos de mi
mundo.
Y yo,
oh aventura a pincel,
me deslizo sin poder dibujarme,
brizna devota y puritana,
en pasos galopantes hacia mi nada,
allí donde se esconde mi caballete auroral,
donde me miran miradas intensas
y me rozan gradientes de mi cansancio
yerto.
Es penoso abrazar sola el auricular
flotante
de mis sueños en su paleta desbordada,
probar la saciedad fría de lo negado;
es certero sombrear los jugos de mi
instinto
que hablan tanto de mi ayer
en este hallazgo personal:
sólo admito la transparencia de mi silencio
en su oscuridad,
su boceto pigmentado.
Ivette Mendoza Fajardo