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sábado, 18 de octubre de 2025

Yo, reloj de hollín

Me repienso en mi calendario,
entre los collares gastados de mi vida.
 
Siento al tiempo, con su garganta enferma,
agitar mi batuta dormida.
 
Mi reloj digital se eclipsa:
marca mi fiebre,
sincroniza mi muerte con su signo.
 
Lento,
mi cuerpo caduca
en la nariz del sol.
 
Pende mi cronómetro
de un cielo de vapor férrico.
Cada instante me factura niebla
sobre mi línea mendigante.
 
Mi tic-tac profetiza mi rendición.
Y mientras todo se desvanece,
mi reloj de arena vierte su otra forma:
yo, en mis otros yoes.
Poema # 2-Cuerpo epitelial de la conciencia
 
Arde el párpado del alma.
Un útero de tierra recién parida
me mancha de mapa el costado.
—Galaxia nueva anidando,
fértil, en el limo tibio de mi costilla—.
 
Maquillo el silencio a dentelladas,
guardo la aurora entre los muñones.
La mordida del alba
mece rótulos de niebla,
abre una grieta de canto
en la navaja inmóvil del día.
 
Vaga la conciencia:
inclino la frente en el rocío,
y anuncio el estupor del tacto;
cada dedo se disuelve en un quejido,
se evapora mi forma, mi certeza.
Arranco del horizonte sus grapas,
pego con saliva mi verdad macular.
 
Cede la conciencia.
El alma, lúcida,
teje su cáñamo de luz epitelial.
Moriré cantando el verso de mi desvelo,
no en la hoguera del ojo sin nombre,
sino en la claridad que arde sin testigo.
Ivette Mendoza Fajardo