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miércoles, 15 de octubre de 2025

Bosque grafitado

Mis dedos, esos que laten en rojoazulino pecho,
avanzan hacia el bosque grafitado de bronce.
Hablan en la oscuridad,
como héroes de un cuento olvidado,
con la sabiduría del tacto.
 
Son como Eurípides, sí,
pero un Eurípides de este tiempo,
cubierto de polvo y collages,
de teorías frágiles como el azogue,
pero aún radiantes, aún de ámbar.
 
Por el camino encorvado, la risa del ayer regresa
y deja atrás una semilla orbital que se deshiela
en la palma de mi mano.
 
La mañana se agita en el giro de la humanidad,
y en lo más hondo, lo insolente,
calienta su rostro olfateado.
Es fácil multiplicar soles
en un insecto de tinta voraz,
extraviado sobre mi espalda.
Y así, atrapo este dolor de cabeza
que evoca pasividad, hasta perderla de camino
a las garras que devoran mi miedo inmolado…
con la magia pardusca de estos dedos
que vigilan el páramo en fuga de mi alma.
Ivette Mendoza Fajardo