Lata radiante de betún
Tocar tu mano solitaria, atormentada
hace que el júbilo abandone su caja de
huesos.
Tu lata de betún radiante respira
y despliega sus pedazos de trapos
como mantos de polvo incandescente.
Cada trazo de tinta que dejas
es un zapato trasmutado donde beben,
donde un nombre ahora ahonda reflexión
dentro del brillo.
La sangre se arrodilla desgarrando su grito
—color portátil de carne y alarma—
abrillantando el vacío de los séptimos cielos.
Ivette Mendoza Fajardo