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lunes, 6 de octubre de 2025

El mar inmobiliario

Observo al mar inmobiliario cantar en mi manía anacoreta…
¡Oh ilusión lúgubre de lata!
A lo lejos pastoreo mi orbicular sereno,
mi paradigma de aspecto pestañoso.
Siento que los dados oprimidos traen
fortunas arrulladoras de letras hinchadas,
y que mis cadenas se rompen al apretar
sus sabidurías.
 
Siento el credo salitroso que me inspira,
mitocondria paralizada en pedrusco bondadoso,
llevar mi piedad sujeta a la yugular
de esta madrugada donde va mi pasión rota.
Me transfiguro estridente entre vergeles malformados
que, en tiempo de cenizas, se alzaron sigilosos
hacia la cimbrada cintura de la niebla,
con nardos entibiados por sendas fracturadas,
con mis rebeldías.
 
El mar suda caminando. El mar canta con voces ajenas.
Mi voz resuena en el letargo de lunas de bochornos,
en los renglones caóticos, el mar se lleva
mis tristezas con claveles miopes.
Ivette Mendoza Fajardo