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lunes, 13 de octubre de 2025

Fiesta de ortigas

Tengo que doler cuando el mutis rompe mi amargura,
para adormecer lenguas y exhumar el catre que gobierna mis siglos.
He aquí, con el ciprés de la insistencia en el hipotálamo verbalizado,
para comprobar si su balbuceo aún habita mi sombra apretada.
 
Fiesta de ortigas de un verdugo suspendido en mi mundo,
adonde llegué vestida de deseo con máscaras de azabache.
Llegué sin esta voz corroída, joroba penitente y tardía,
que, de prisa, llevaba el hábito empapado en saliva y culpa.
 
Aun así, alcé mi copa a la rueda de la fortuna.
Vacié océanos de vidrios junto a la malhumorada arena,
y juntos bebimos la suerte ya echada,
leales al vértigo de estar vivos.
 
Nadie cruzó conmigo la frontera de la lógica cadavérica,
ni quiso aguardarme en la colina del éxtasis.
Pero yo: devoré las consonantes vitales en su reino,
dejando el amanecer consumido en su propio jugo.
Ivette Mendoza Fajardo