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jueves, 25 de septiembre de 2025

El fardo impaciente

Mi oficio es el fardo impaciente,
y mi paso: cargar la charla de la vena ardiente.
Busco el ruido enhiesto que apenas marca las horas
para ganar el peso de su luz.
 
Me empujan en este péndulo que hincha desde sus cadenas,
donde solo hay un muelle desencajado,
elástico, periódico, porfiado.
“Cambia de frasco”, me han dicho.
 
Pero unos cuantos bufan en cascabel del torbellino.
En mí se humecta la arboleda,
bajo esta delicada fuerza que, embriagada, oprime,
bajo este movimiento que su pena cuelga en un jardín
que inventa la inocencia de ser bulto dando palos de ciego.
 
Ah, si interviniera el arrabal ojituerto:
mi fardo queda abierto, la orilla que tuvo vida,
sin barrotes y sin hiel evaporada de prisa en mis pupilas,
sin claustro arrodillado. ¿Cuánto dolor llevo?
Ivette Mendoza Fajardo