Edad de juventud glacial
Soy de juventud glacial, de lentos,
errabundos
celajes que se transmutan en horas cautivas
de mi bóveda vegetal,
abigarrados de brasas, cual velo convulso
en su quimera,
bordado en amatistas, hundido en penumbras.
La luna, con su cuchillo de hielo, me
concibe importuna,
y yo cavilo —entre grietas y derrotas
desleídas—
que yacen, como arrugas de terciopelo en
veladura,
revelando la leyenda que me devora e
inunda.
Atravesé mi gesto soberano, apenas grave,
rozando dalias vacilantes, cuyo hálito
herido
sangraba en la obediencia frágil de su
corola.
Vi tus cabellos: súbita lágrima inefable,
expirada;
te apresé, y en tu cuerpo —leve poesía sin
laureles—
se destiló en mí, exhalando su pachulí,
como azahares hundidos en el resquicio de
su gloria.
Ivette Mendoza Fajardo