Soplos interplanetarios
Mi dorado anhelo fue escalar pedestales de
cegador estruendo,
por pasadizos donde el manzano sangra
versos en la yema.
Si tu costumbre era tocar las bisagras
famélicas,
que abren y cierran el revoloteo de una
generosidad torácica,
¡qué bien, qué bien!
 
¿A dónde vences ahora, con tus moralejas de
meriendas,
fugándose de la otra vida en esta carne
pretensiosa?
¿Fingías el selfi táctico de otras
realidades?
¿Dónde nos atraviesa, andante, el valeroso
tábano del deseo?
 
¿Y qué dice la oruga a los bolillos
personificados,
que tamborean, tamborean los pasos brumosos
de las verdades idas?
¿Qué es traspasar la misericordia de los
vientos?
 
Oh, caos del hielo, ven, conoce los gestos
de la página dudosa;
mueve el planeta innovador en los caracoles
del futuro,
olvida la catástrofe de mis ojos
interrogados,
junto al lanceolado borde del poro
profético.
 
Soplos interplanetarios de mi sueño, última
trinchera,
de la camisa sin cuernos que hoy
manufactura
el embrollo aterrador de un augurio
que se descompone, se descompone en la
lengua.
Ivette Mendoza Fajardo
