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viernes, 28 de febrero de 2025

Marcas del Tiempo Sistólico

 

Las marcas absolventes del reloj sistólico de la abonanza
otorgan el anhelo buscavida de ascender bravosamente
a las cúspides del despecho conceptual.
No existe ningún cauce caballeroso que permanezca
en su frescor frenéticamente. ¿Y si existe, nos aprisiona?
No poseo el perfume fotográfico, ni las rocas averrugadas
que rezuman en acróstica emulación, alfabéticamente.
¿Y si existen, se levantan cuando alguien las escucha?
 
Permíteme estar cerca del tronco aguerrido y abatir
el último monitor bohemio del clavo candente, desorientado.
Permíteme con la cara del alba cubierta de follaje que drene
primitivamente en su almohada musical,
¡Más allá de lo que se permite, mas allá de la frontera!
cuando el alma pinta el dórico escorpión, chinchoso y agitado.
 
El semáforo bruñidor de esmeralda cambia a jade en locución;
y se despojan los jardines de su escopeta familiar sobre los sables.
Caminantes y nocturnos exploran la divisa oculta del hechizo,
donde no existen malaventurados observadores del riel maldoso
y axiomático.
Ivette Mendoza Fajardo



Candelabros de la Incógnita

 

Acolchonan candelabros en la última quebrada de la incógnita,
velada está en su confidencialidad de tumba entrenadora,
existe un destello surrealista en la malversación del quiróptero,
ensueño mandarín que galopa entre colimbas de sabor irracional.
Chisporrotea un brote inveterado en mi mandíbula juratoria,
todavía refresca su figura leganosa; precipita aprestada a anidar
la sombra en el aliento de la radiografía que no expiró.
Lo observé, la rapaz ráfaga lesionando al astro con su candidez
y sus ilusiones fracturadas, enroscadamente.
Carcajada raposera más extinta que el deceso, más fantástica
que una iglesia idiosincrática hilada por la igualdad de la lenteja
─responsabilidad de todos─; letra grave en modus operandi le crecen
extremidades sin vigor para capturar el despilfarro con beatitud,
con anhelos de ser el infante belfo cenital, avispado.
Las flores episcopales tienen pan amotinado, centrífugo y juguetón,
enojosamente centra la palabra en el desván.
Ivette Mendoza Fajardo




jueves, 27 de febrero de 2025

Píxel de Choclo y Serafines Prostéticos


Vierto mi desconsuelo entrillado sobre un píxel de choclo,
que hiende la tierra indomable sin quebrar sus quijadas
petacudas.

La expectación cenicienta viste piltrafas con erudición.
El can errático se disuelve en caricias engoladas,
y un gorgojo contrabandista sugiere la purga de recuerdos.

En mi encéfalo transcontinental reposan liturgias infecundas.
Intento ascender a la cúspide peliblanda de un idilio inacabado,
pero mis ruinas se proyectan a través de mi abdomen exultante.

Mi celular resuena y resuena, tango remitido por los serafines
prostéticos de calambres en resucitación.
Un enigmático Narciso me cubre con su timbre cinegético;
ignoro desde qué paraje abonado llora.

Un deleite de té ancla y despedaza, anticipadamente,
mis incertidumbres,
para arquear el brazo a la melancolía con mansedumbre.

Mientras tanto, la barca abúlica de dos décadas
no arribará salitrosamente esta noche al sándwich oscuro,
y esta otra, de casi medio centenario biodinámico,
se dispone a hacerle compañía al hambre de su cabellera.

Ivette Mendoza Fajardo



Iglú de Angustia y Coral Pétreo

 

Mi intrincada historia cultiva canas alucinadas,
corta la penumbra, entrelazada en un vestigio relumbroso.
Recién colocadas, baldosas resentidas agonizan
en el agobio de su embrujo,
a duras penas, oprimiendo su tráquea pululante, abrupta.
 
A menudo, descendientes de la aurora reniegan
de sus senos insensibles, orbitando
el período ebúrneo que venera el fósforo imprudente,
aferrado al valor, avivado por el fuego.
 
El objetivo altanero musita en un andamiaje amplio,
expandiendo sus territorios fementidos,
más allá de su niebla hiperactiva.
¡Cáspita! Sobre el guisante de la lluvia,
como corroídas concepciones gélidas,
harapos entrometidos danzan aborreciblemente.
¡El iglú de tu angustia exhala su helada condena!
 
Recientes yerros policíacos permutan sus disfraces cosmográficos,
apretando el dédalo acucioso hacia nosotros,
como quien busca la rendición amable
de un océano hostigador.
Por dentro, una borrasca censurada se aproxima, alborozada,
sometiendo al coral pétreo,
que me arrebató la frazada, impresionada, acrisoladamente.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 26 de febrero de 2025

La Mariposa Vidente La Gran Arcana


La mariposa vidente, alas de Gran Arcana desplegadas,
armonía inusitada emerge, profundidades primaverales
capturando tonos de neblina fluctuante.
En colores, un vocablo conocido,
gestado ardiente en el seno del orbe,
emanando de un mundo de matices.
 
Incita sueños, aquellos guardando colores idealistas,
sin esperar nada a cambio;
ellos forjan almas, amplifican analogías,
vidas libertarias en expansión.
 
Amados en exceso, partiendo
hacia forestas no exploradas, equidad eterna.
 
Avanzo hacia ti, párpados adivinos inmóviles,
tu gesto, disipado en tierra y nubes,
vuelos fugaces adornados en alegorías de papel.
 
Estimo tus premoniciones,
lago autónomo, nigromante,
me guío a través de la quebrada del ser,
sostenida solo por un matiz sublime y desgarrado.
 
Existiendo en el fluir de tu videncia ancestral,
luna paradisíaca,
difundo la primera exhalación sobre nuestro velo vespertino.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 24 de febrero de 2025

Besos en la Melancolía de la Aurora

 Inmediatamente después de atravesar ciertos vacíos,
>>>penetré fugazmente en la melancolía de la aurora,
>>>>>>como quien penetra una exhalación interminable                         
>>>>>>>>>en medio de una encrucijada cualquiera.
Mis innovadoras botas letificadas que cruzan el rocío poseen omóplatos,
>>>labios afligidos que se ahogan en marchas jeremiadas.
Primordial, me acelero hacia el sagrado encuentro, el vencido temor
>>>donde por primera vez se siente la bondad del silencio en la boca,
>>>>>>como los besos de equinoccios que besé en la refulgente tarde.
Mientras la melancolía se tejía entre tus manos, revoltosamente,
>>>como ese candil que conserva las llagas del amanecer en su armario.
Silenciosamente, se inició una súplica difícil de olvidar.
>>>El crepúsculo, entronizado en su vergel, es un cortinaje que humedece
>>>>>>una caricia más por ofrecer, una persuasión de menos en la arcilla
>>>>>>>>>de la sangre que adoramos.
¿Por qué los ósculos son para los que buscan un lugar en el gesto receloso,
>>>sin compromisos, siguiendo fríos gigantescos y sin expectaciones caprichosas?
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 23 de febrero de 2025

Recuerdos Liberados por el Tiempo

 Te escucho en esta rutinaria sinfonía de signos insospechados,
persistentes en recuerdos de vencidos amaneceres,
donde tu dermis de angustiados olvidos seria y sombría
me toca, efímera.
 
La matemática atina la casual soledad, en su fórmula
de asombro,
me rodea cual pez difícil de atraparse en la espuma,
de la sensación y la sequía de su sinrazón global,
me explica despacio en geografía nocturna
y se posa en su retrato cefalópodo liberando el tiempo.
 
Todo mi ser se estremece como la flauta agota
su virtud heráldica, ¿Y por qué todo acecha
frente al brillo de tu piel?
¡Cómo crece en mí, un caracol filtrado en la batalla
enmudecida!
su fosforescencia que es huraña y blanda
labra y planta su corazón de enigmas en grietas oscuras
o translúcidas para convertirme de inmediato
en hierba consagrada del mutismo.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 22 de febrero de 2025

Relojes Invisibles: Manías y Mitigaciones

 Cicatrices temporales y geiseres de afecto,
treinta días marcan el pulso, hacendoso en febrero,
herida perenne, donosura que en el abrazo estalla.
 
Pitágoras, en tu axioma resonamos,
hallazgo del debilitamiento, completo en reflejo propio,
Zeus, divinidad que en reprimenda nos moldeas.
 
Retorno del diluvio estilográfico,
en brazos reencontrados, solaz hallaré,
el tiempo fugado, ¿su redención posible?
 
Era de Renacimiento ¿Qué vuelve a mitigar?
Renace, siglo, desde tu ceniza,
invítame a recolectar el bosque en ramas helénicas,
la cabaña bienhechora aún alberga claridad,
bajo su techo, las llamas pacientemente se codean.
 
Fragmentos de conciencia y la
concentración se disipa, maleablemente
click click intruso en la mente, tus ideas de
manías entredichas, si te encuentras, comentándome,
permíteme ascender,
arrastrarme por pantanos de lo inerte,
deja que los pergaminos desgarren lo audible.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 21 de febrero de 2025

Baluartes Recreativos

 Campanarios peliagudos visualicé,
astas firmes, senderos que fluctúan,
al fondo—
tú, reflexivo, cerca de baluartes recreativos.
 
Bajo el vasto río burgués, ficticio,
distante,
como cereales verbales,
combate el aire hermético,
agotando el rocío del refrán inútil.
 
Mis límites,
dominados,
mis brazos repelen el parlamento,
te invoco.
 
Homero, en su nave de profecías,
deseo compartido,
póker de galletas femeninas,
mis pupilas congeladas,
vestido de esculturas sabatinas.
 
Estaré allí,
con gafas de minerales fríos,
logaritmos de afecto,
astros rebeldes,
rocío de amor perdido en el boliche nocturno.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 19 de febrero de 2025

Alba del Error Autónomo y Mistral

 Al alba del error autónomo y mistral,
el cenit del círculo legal se impregna de
significados locuaces, recuerdos nómadas,
enigmas sin resolver y episodios académicos
que vibran con la inesperada dulzura del melocotón.
 
Nadie revela el decreto esperanzador avergonzado
que abre la puerta al infinito culinario y clandestino,
luminoso y emotivo, facilitando nuestro avance.
 
Vallas arteriales oradoras se proyectan,
luchando por tocar el reloj efímero del horizonte.
Un espacio saturado de textos ampulosos,
bolsas de interacción social generan respuestas:
caminos replicados, forasteros razonables vacían
sus fluidas extremidades sobre aceras vivificantes.
 
Surgen símbolos equilibrados al páramo subordinado,
hojalaterías del querosén implacablemente venenosas.
La visión de la batuta inmemorial de Miguel Ángel discierne
figuras imbuidas con el espíritu nacional que planean
sobre esta metrópoli acorazada e implacable.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 18 de febrero de 2025

Pantallas Plásticas del Horizonte

 Reclama a quien aplaude
tras la guerra improductiva,
y disculpa
a aquel que acusa con ciencias oscuras.
 
Sobre su corbata grandiosa yace
una razón abandonada,
arrastrada por el hechizo
de un cigarro victorioso,
frente al dragón laborioso de la indulgencia;
así declara
el sacrificio subjetivo.
¿Acaso no fue abrumador
el castigo en aquella sentencia competitiva?
Pantalla plástica de horizontes rebeldes,
una recompensa al margen de un sótano dinámico,
un episodio tranquilo de la traba roja 'OUCH',
soñador enfermo con tu concierto ambicioso
en el hogar de la oveja desencantada,
céntrico y despojado de lana oscura,
terapia bajo una luna vacilante,
escalando los acantilados de Orfeo,
apretado en el refugio mezquino de su disculpa,
un respiro en este orbe humanista.
El collar prominente de tus intenciones masculinas
manipula la plataforma social que engaña para bien.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 17 de febrero de 2025

Anáforas Melladas

 Existe un vértigo nodular que, engendrando helechos
en las preguntas esquivas de la mañana,
una microficha aguarda entre brasas minúsculas,
como la atracción de un mazo lingüístico hacia la brisa.
Actualmente, ambos encubren verdades sangrantes
dentro de la fábula indulgente de un cortaúñas eclesiástico.
Comas exiliadas del aleteo bianual,
quiebres que te elevan, como este
elipsoide que se sumerge en tejidos atroces
de comadrejas valerosas y marfiles embriagadores.
¿Cómo penetrarían las lanzas invocadoras en tu alma:
hachuela de ónix irritante, hachuela ósea liberadora,
colmillo ceremonioso, latente?
El cuero estalla, resonando por los peldaños del lenguaje.
Alterando entre risas la moraleja del santuario,
dividiendo la pupila efímera con mi soplador de lirios.
Odontología de los sepulcros traidores, oféndeme.
Permanencia en los umbrales del zafiro devoto.
Revístete de anáforas melladas de escarnio:
así observarás resplandeciente el vasto predicado.
En la semilla esculpiré la llama probatoria, el moho complaciente
y los rasgos sensomotores de un insomnio distinto.
¿Y ese clamor sincrético? ¿Y esos brotes ulcerosos de incidentes?
Un trayecto marital cubierto de nieve es mi abundancia
sudorosa, elegantemente.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 16 de febrero de 2025

Sepulcro del Húmico Recreo

 Deseaban reconducirse al lecho

sinalagmático de las polémicas.
Rompiste la cruzada, la tarabilla indeterminada
en un firmamento semiplano de engaños.
¿Por qué referir a un festín aleatorio
si las ondas sensoriales se intensifican en tu vestimenta hueca?
Extrae la cuchilla de la piedad vengativa,
el santuario de escopetas observantes profana,
ellas hablan, repeliendo al puma atrabiliario,
las láminas de la anticipación final se traicionan entre sí,
la astucia del suplicio agropecuario reprime
el metal de su descendencia.
¡Marcha con ellos, marcha con ellos!
Acógelos hasta el contento:
hasta el sepulcro del húmico recreo.
¿Qué criaturas iracundas pronuncian el lamento idéntico?
¿Siempre el humor exiliado envolverá este aleteo?
Careta: cría de una imagen extremosa, figura contenciosa,
insensibilidad en elipsis de un grito desviador e interpretativo.
¿Acaso declaraste que sonreiría en la bruma del sarcasmo?

Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 15 de febrero de 2025

Coronas en Sometimiento de Campanas

 Honor y resistencia de dulce castillaje dentro de vibración diversa;
un resguardo tras umbrales del astro abellotado de humanidad,
el aliento asciende a través de mis eras interminablemente al azar.
Memorias de precipitaciones ya presentes en la oscura verdad:
¿Por qué evocar lo desenterrado, hacia temblor en dinámica natural?
Escamas que laceran el suero lechoso de sonora intuición,
descifras tu festín, tu comunión, tu duelo, tu rutina de corolas.
¿Por qué convocar a las regentes del sometimiento de campanas?
¡El pavor es un proyectil que retengo en agostos triangulares!
El deseo, una corriente de címbalos huecos que manan de mis dedos,
para llevarlo a un torso asertivo marcado por cicatrices esqueléticas.
Tal vez el arácnido anhele la humedad sobre la faz terrestre.
Lluvias salvajes que desvanecen sepulcros introvertidos de sal,
esculpen mi ser ardiente hasta el alba segregando brumas estáticas.
¿Vislumbras acaso un nombre oculto entre gemas cordales,
la investidura acuosa de tu progenie corriendo grotescamente?
Oculto el negro sigilo bajo esta capa que guarda el recuerdo nuestro;
así, mi boca —habitada— revela los miedos que se edifican en el aire
y en el amor frondoso y su erial.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 14 de febrero de 2025

Pausas Humedecidas y Acuarteladas

 Vida ahora, risueña, excesivamente buena—
extrañeza en lo cotidiano, justificando bolsillos oscuros
de sopor distante, embotellando ácidos quisquillosos
junto a la luz fragante y supersónica que vela y derrama
dramas bizcos, consignas blanquecinas.
Hueso milenario lloriquea, cascarón roto de
preceptos solares consumidos bajo chaquetas
bondadosas—rodando la roca mortuoria,
frente al vasto mar del subconsciente.
Abandono y tristeza, desesperación palpable,
sonidos de riqueza terrenal, sin pausa, acuartelados,
sueños malintencionados capturan breves instantes,
aguas domesticadas, sienes humedecidas.
Asombro en sordera creativa, sobre tejados periodísticos,
termómetro pecador retorna—cada tarde,
cíclico como olas de pixeles escorbúticos y petrificantes
inevitable, la caricatura de un barco anclado en el pecho.
Espero—vidrio trascendental sobre hollín escalonado,
soberanía en volantines errantes, ocultos
en el centro de una vida interlineal,
la sombra internacionalista se fusiona en añil urbanístico,
se funde con el vaho de siglos olorosos de uvas arbitrarias.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 13 de febrero de 2025

Huesos Matutinos del Acero

 Mar huesudo de irrealismos laborales,
tus amortiguadores noctívagos
son la rendición de entelequias encantadas
que batallan sin dirección en tu ajetreo.
Tu astrosa bravura, baratija de la sangre ideal,
se venera y brama, enmarañando irreversiblemente,
tu reino de maniquíes azur desencadenado.
Como insípidos dinosaurios malhablados,
mana industrial la certeza, y las semanas
ruedan pedigüeñas, escalonadamente,
hacia el granero del tiempo irrisorio y segregacionista.
Mortal, verde barrilete de estrellas proclíticas,
atiborra el acero con el cigüeñal agorafóbico de la condena;
y chispean jorobas descalabradas sobre la muerte partidista;
los novicios estrujan contra el espectro infecundo
la empalagosa intemperie matutina; el recuerdo ilegítimo
del verano moralista, que se combustiona
al llover... al nacer... al llover,
por los pertrechos inteligentes de las piedras biónicas,
a través de las llanuras novedosas de fantasías, sonidos y raigones,
el silencio mayestático de las bibliotecas y quiromancias salta
sobre las matemáticas maternas hasta los medallones lacónicos
del laberinto mujeriego, en cada fracción de su espacio subliminal,
siempre encuentra la falla embrujada de mi ADN.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 12 de febrero de 2025

Pequeñas Aleluyas del Desatino

 Amparo acuático para el desatino resbaloso
de mi sueño reverente, estremecido por poesías refractarias de salpullidos,
de la bucólica sutura del viento primitivo que atosiga en el aire al terceto desertor,
encumbrando y desgarrando su castillo desidioso de marfil racional.
Los cantos locomóviles de mi laringe poseen manos y vértebras, párpados y
pestañas, piernas, alma en sueños, emociones,
longevidad mercenaria de hambre y pequeñas aleluyas
reservadas, estrictísimas, minúsculas, estrictísimas,
de fuselajes suicidados que braman y crean angustias furibundas,
inconformemente inconforme, engullen, instruyen, engullen,
“aunque les valga un pito”, “para luego estirar la pata”,
fabrican, fabrican lo mismo, malmatando los afanes,
honran el feudo babieca, el feudo del peñasco madroñal, babieca,
el feudo mineral, y son tabúes de siluetas, tabúes,
tabúes cuyas mandolinas sofocadas y tristes, tristes, arrumban
intrusivos coscorrones desde el vientre del comal,
y cuya milpa pimpante sostiene la simultánea amistad, aunque
“Dios los cría y el diablo los junta”, dentro de intervalos de alma
productiva.
Ivette Mendoza Fajardo



Castañuelas que Fuman Mareas Ambarinas

 Agazapadas fuman las castañuelas;
en los jardines armónicos del refugio, fonetistas
corren y emergen, hongos del calambre humorístico.
El yodo mundificativo estremece, oblicuo, desconcertante,
como vientos que carcomen la densa fantasía orgánica.
La llovizna multiplica, cultiva, multiplica acuarios pioneros de
rugosidades y no cesa de anochecer, y no cesa de anochecer...
Las pipas calientan sus manos tridentinas en las
colillas del resquicio que despide, corpulento, inmenso, tosco,
el bisonte acaudalado,
y unos torpedos humildes cantan discretamente sobre un triciclo inútil.
Una incontenible ola gaseosa, una incontenible marea ambarina
envolviéndome con sus silbidos fragmentados,
envolviéndome con sus alas de inercias agotadas
cayendo de cabeza contra la orilla, y recogiendo su revoloteo protector.
Morando en esferas, los oblicuos esqueletos, cenicientos, nocturnos rincones,
—cuadriculada, cuadriculada ilustración de los primeros temores—,
los arácnidos sillones condensan el sentido del universo escribiendo
décimas en el aire.
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 11 de febrero de 2025

Fragmentos Otoñales

 Como una locomotora cegada por la niebla,
la geografía de los pernos puntiagudos labra senderos eluctables
entre el aroma del geranio amistoso y
el silencio sabatino de las súplicas.
Nadie ofrece, nadie palpa la suavidad del satén
en el consuelo.
Las cítaras del sollozo perfoliado
están exhaustas, hasta el punto de derramarse
sobre una nueva luna de espejo musical que cruza por el aire
buscando miradas en callejones desvencijados.
La avenida clama en soledad silvestre,
y entre los escombros que devoran las manías de una figura,
de cera selenita, se desvanece, pero,
¡aún flamea un estandarte hacia la abundancia inusitada de besos
con investiduras casuales!
¿suplico absorta por un alba pacífica y duradera?
En un compartimiento lleno de fragmentos otoñales,
las rocas de la afonía chocan entre sí, transversalmente
y un crepúsculo altisonante y ciego se pierde entre tus brazos.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 10 de febrero de 2025

La Quirina Vieja y Gozosa de Vida

 La calavera gozosa de las quirinas viejas,
chorreada de pavores y amores en astros soberanos,
la cabellera pagana de las aldeas solteronas
y un mal de hora buena sobre el toldo vespertino,
el pelambre contribulado que brota de la nostalgia,
son los cielos fanáticos, enguantados de frondosidades enajenadas;
sobre la caja cegadora de escarabajos sin copetes alarmistas,
flameando sus calcetines rotos, con celos de duendes claustrofóbicos en los
desvelos impresionados.
La viudez con flores señoriales de confiada compañía,
que atraviesan, sollozando,
el callejón del duraznillo que patalea,
protegida por sillas quinceañeras,
como muebles ahorcados y tapices ilesos
como cascabeles cornudos;
es lo mismo que si yo digo:
"¡Tierra flaca que discurre novedades cabalgando!"
Se quiebran todos los corazones de los muertos
de voluntad atlántica.
¡Almanaque de azafrán al saborearlo!
"¡Gime, que gime en su aventura!"
Ay, llanto discriminatorio,
aislado con axiomas de discordia viradas y
algebraicas, de iolitas licenciadas, se acercan a
soplar el impulso de la muerte, van como diciendo
“¡Al pan pan, al vino vino!” cuando toca la campana
de países automáticos, a conquistar el ding dong de la vida.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 9 de febrero de 2025

Topos Racionales

 Jirón insigne, sin malabaristas digitados,
brinda gratificación a camisas rencauchadas, preferiblemente forasteras.
Humeral melifluo de una casta pesarosa, con o sin enseres recelosos;
se encarnizan piezas energúmenas, también se brindan
servicios de lavados de cabezas de almas sexagenarias.
Aquella fragancia a pellizco, tan potente como la espada que la contempla,
emana del norte de los logaritmos occidentales,
al igual que maquinillas descalzas elogiadas,
y la voz de criptógamas en movimientos contradictorios.
El animal de lo cibernético sucesivo y la melodía de Cromañón
se abrochan la bufanda colúbrido de la locura medieval.
Y aún el camino tecnológico ebrio, que cura en posición enlistonada,
llora mientras camina por todas las esquinas de galaxias idiopáticas
y se espulga a las urracas sobre terciopelo vivaz con cien letras dominicales
por la izquierda.
Y frota el letrista de los topos racionales como un cansancio que va
desde la pierna trasera del mundo más polémico, hasta
en aquella tienda desalmada que transfiere torpezas y desmanes desnaturalizados.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 8 de febrero de 2025

Almas Impías en Paisajes Desgarrados

 De improviso me atomizo, y colapsa conmigo la esfera encriptada

con micro entidades infantiles,
de cráneos lacónicos en el éter desolado;
son las cubiertas tóxicas, en ruinas, hirsutas, y el escorpión de los yermos,
el candado porfiado que mutila la esencia al nómada,
los roedores y arácnidos huérfanos del ante cielo,
el arrabal traicionero, belicoso y nihilista,
el felino escuálido que se precipita desde la penumbra errática,
y el astro, escindido de histeria, irrumpe en la noche, en lo abominable,
con el rostro velludo de validaciones,
la grúa inepta del tedio cotidiano,
en contienda con las ilusiones,
en el confín enfermizo y abstracto,
ese aroma profundo y sintético del colosal geranio de piel iridiscente,
el acordeón mendigo de los esquifes emergentes,
la logística del anzuelo que uno desgarra autoflagelándose,
mi pequeña, una sombra vagando en tranvías que jamás partieron,
en la coyuntura delirante, sin sendero pionero,
donde surgen, enfrentándose por almas impías,
una guitarra hosca por continente y dos cementerios
por las chimeneas dramáticas,
y exacerban todos los caminos.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 7 de febrero de 2025

Inventarios del Delirio

 Las madreperlas ostentan su aritmética, fielmente fraccionada;
sus egos, con libertades restringidas, caminan solos,
como latiguillos desprovistos de liderazgo y mitocondrias activas.
Imito el adverbio huracanado;
imito la insulina del infinito, preludios de futuros comicios;
imito la madeja del ópalo en síncope, dispersando sones.
Despilfarra sus esencias ovíparas, desguazando corolas castradas,
si la palma no se bifurca en su laberinto;
lo bifurcado será un nicho enlajado, exento de jabalinas ilegibles.
La ortografía carrasposa suplica:
asume, aunque los berrinches de las casas resuenen,
ese beso de crisol azafranado, precursor de
metáforas estresadas;
su locura, desatornillada, es
un par de gafas homónimas, clamando los saludos más tristes.
No te enlaces al vapor de su juguete con emblemas pesimistas.
Que tu niebla subjuntiva brame, aunque recorte
la goleta de los verbos de su instinto endémico:
¿Quién cuelga un diagrama enfermizo en el clon de la imaginación?
¡Oh, sangre de electrolisis elemental, campante en tu redil!
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 6 de febrero de 2025

Humor isomórfico

 Hay estratagemas en los espejismos díscolos sobre la mar,
conciertos de cencerros musculosos y pertrechos perniciosos.
Uno recorre las claraboyas biliares clandestinas,
atraviesa los acueductos extrapolares de fantasías diurnas;
y por escueta eventualidad o destino,
encontrará brebaje de humor isomórfico
en un dique entramado con idiosincrática fumarola.
Encima de todo,
un retrovisor con migrañas visuales,
desfiladeros que se constituyen en los encéfalos empalagosos
en el aire que escolariza las moradas neurolépticas—
se granulan levemente de eternidad
bajo el grifo inequívoco del firmamento mohíno.
¿Cómo raspan las garras del efluvio dogmático la yugular
en los agujeros del dolor fusiforme?
¡Oh pañuelos encañonando las interminables voces
de los reyes magos, deciden especular con grato pavor garboso!
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 5 de febrero de 2025

La bruma de la Ciencia

 El fracaso de la ciencia es el trágico subconsciente
que chorrea por los axiomas femorales de los siglos,
y en las mañanas maximalistas,
los estornudos de la bruma, empavesados.
 
Los hospicios de la herrumbre han llovido hasta los rincones,
nocturnos del martelo y sobre los fuegos tristes del alfil;
estilan un espectáculo triangular de inercia rota.
El placer afeitado de terrosas soledades
es una cadena que amarra a las entrañas del hierro gutural
con los puntos deshabitados de burlas hipotecadas
que preguntan en aguas abstraídas.
In the breeze that separates the toothless huipil
that dresses infinity
under the snooping switch of the skyline.
¿Y duermen todos ellos con los dólares del tiempo, amarrados a
pizarrones inmigrantes debajo de sus puentes estrafalarios?
Duermen andando,
las ametralladoras atribuladas y amargadas que oprimen
su consciencia de sombrero oficioso abandonado.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 4 de febrero de 2025

Corrosión Abreviada

 Corrosión abreviada
bajo el tablón que guiña su anexión,
maceran morriñas hollejudas —
la puerta de aroma cruel
deriva hacia burlas encubiertas;
insectos, con nombres gangrenados,
besan mi corazón viscoso,
despojos que lamen la desdicha.
 
En las calles de temeraria timidez,
se erige un mortero de economía vacilante,
astuto, dañino,
amontonando los escombros
de lo que una vez fue adorado.
 
Entre mi soledad marmórea
y el revoltijo que somos,
se extiende un silencio democrático.
Fragmentada, resurjo:
siento el golpe severo del rastrillo limpio abellacado,
clavado en un esternón de astillas inesperadas.
 
La macana llora su macrocitosis encorvada,
descubriendo su llavero lloroso
entre el pez hormonal
y las trivialidades del hogar huecograbado.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 3 de febrero de 2025

Arcaica Afonía

 Arcaica afonía de un desgarro incoloro
que convulsiona,
o, más bien, deja paralizado el vacío inseguro
para esquivar calambres encubiertos
tras el chícharo cobarde.
 
Frágil el cordal, satírico la horma endeble,
dictatorial, la penumbra que emana
elemental en su motocicleta movediza.
Apocamiento al reclinarse incierta,
seguridad en saberse ducha:
hormiguea el abecedario oval
—fricción estridente de la mandíbula labriega—
en la igualdad.
 
Concordancia aguda, como filo jubilado,
ademán nulo para el detallista,
para la gravitación del grito que fecunda
un hidalgo velo entre partículas de franqueza:
—desveladas armazones alertan
el paso embriagado del frenesí,
la exorbitante gota encarcelada—.
 
Mojigato camino iliterato el vértigo,
como integridad desolada
que se dobla ante la mitosis mitológica.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 1 de febrero de 2025

Ignición del Desvelo

 Oh, ignición del desvelo, fulgor perpetuo,
lengua despierta en la pupila fosfórica,
brasa nómada de mi verbo desmembrado.
 
¡Llama caliginosa, mía, irrevocable!
Cuando el alma extraviada la toma y la vigila,
se funde en la órbita de un ojo insomne,
se retuerce en el ombligo de la visión febril.
 
Gardenia incinerada, atrapada en su propia hipnosis,
marea exánime que refleja el ocaso contemplativo,
fécula ardiente, sus cenizas se esparcen al viento.
 
¿Ritual en alta esfera o sombra crepitante?
Luz sometida en plegaria desollada,
tibia osamenta que vacila en el umbral de la combustión.
 
No hay regreso, solo brasas que recitan epitafios.
El fuego es cúspide y cenagal,
afonía y estallido,
fosforescencia inestable
de un renacimiento que nunca se sacia.
¡Llama! ¡Hoguera de la ilusión inagotable!
Ivette Mendoza Fajardo