Necedad de zapatos apretados
poner los pies sobre la tierra
y tragarnos la tristeza
y tragarnos la tristeza
hacer sonar la voz del deseo
en el largo y ancho mar de Perseo.
Encontrar la horma de tus zapatos
en la búsqueda inaplazable sed de
justicia,
hay algo en tus labios, un gris de
serpiente
hay algo en tu labios, un círculo
convergente.
Un apólogo escapa del capullo de tu
alma,
encomio en azogue, caletre de tonto,
cacumen de pantera, crucifixión en
la
cumbre sangrienta, azote y tormenta.
Andrómeda remeda las siete cabritas;
Píndaro las llama las siete cabronas
y en el verdor de su memoria
galopante
las deja panzonas.
¡Ah necedad de zapatos apretados!,
me hundo en su victoria
chicoleo, chicoleo, chascarrillo
salpicado de luz se clava el verso
en la cruz.
Analizo la preñez de la siete
cabritas
las siete cabronas,
sus vientres solares endurecidos,
sus voces lloronas.
Ivette Mendoza