Alondras navegantes
en el viento de una quimera,
impone en sus
alas la esencia del todo
cuanto existe
entregándole las llaves al
alma para abrir
su resplandeciente aurora.
Ojos de una
estrella que
divisa las ramas del destino,
esparciendo
sueños hacia la vida.
Días extraviados
en cielos misteriosos;
ascienden hacia
el corazón, levitan en
suelos
consagrado repletos de paisajes,
de grises
horizontes donde palpan la
eterna sonoridad
del silencio dentro de
su visión
arcana.
Soy la ruta
constelada en la primera
palabra del
génesis golpeando la gran
puerta de tu
vivencia que me funde ante
ti en un binomio
de ternura.
Hay nocturnidad
de arpas aladas, de dolor
en el aroma azul
de tu aliento donde me
pertenece el
espíritu de la noche y son
míos tus besos
impuros, el ideal lloro de
la rosa sagrada
que se mantiene en vigilia
en la sombra y
el celo, dándole un signo de luz
que nos hace
volver como
alondras
navegantes en el viento de una quimera.
Ivette Mendoza