A batallas de tumba, campo de
plumas eternas.
Bajo el agua, algo que punza y se
mezcla en los
cuerpos de la noche, jadean en
invisibles cavernas.
Como una cabellera suelta se
tienden los mares,
se hacen saber cómo frutas
encendidas donde
tu eriges en los peñascos, tu altar
y tus acibares.
El recuerdo de actinia empozar ríos
quiere, la
vena del trueno, el naufragio de
los labios,
la azucena que brota en la mente de
los sabios.
Insomnio del vientre trastornado
entre las
púrpuras sabanas. Insomnio del
relámpago igual
que el ojo de la tarde, en una
alianza celestial.
Aceptar y mirar y estar aquí,
acepto todas las cosas.
Acepto el tiempo sin luz, la
realidad inexacta.
El aire, el cielo, la tierra que en
tus ojos pactan.
Ivette Mendoza
2014