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sábado, 27 de agosto de 2016

Era una noche de verano




Era una noche de verano y elogio
un presentimiento de agua rutilante.
Tanto deseo atravesó
la luz y los destellos del mar
que era su destino el vestido floreado del bosque.
Hábil regocijo. Blandas ataduras.
El día celebra la muerte de la noche
hasta hacer tangible el tiempo
en los zarzales azulados de tus ojos.
Aquí la plenitud del verdor irresistible,
a veces saca las ideas
hacia la blanca ceniza del mundo,
y todo suma y no resta,
sobre tus labios la clara savia de azahar.
Ivette Mendoza 

Intermezzo



Intermezzo del trono antiguo
hace temer el hirsuto en los espejos,
algo que nadie nombra
como el inspirador sur de la palma,
canto recordado poblado de espíritus,
flores que rodean sus prados.

Metrópoli azul, celebridad del cielo,
chispeante a la luna hiere
los manantiales de la vida,
más son escalones las flores.

Oh corazón del norte,
oh crisantemo del pretexto metódico
tu sueño es el temor de mi aurora,
por tus caricias, mil cielos,
más son escalones las flores.

Nuestro amor entre el amor
y el amor sin temor, manifestado,
como los arboles tristes
ve en el ojo la desventura de la palabra,
más son escalones las flores. 
Ivette Mendoza