Hambre arcaica se lanza a las letanías de mi corazón
Hambre arcaica se lanza a las letanías de mi corazón abanicado.
En ruego y alevoso cultismo mi realidad corroída de
vaquero
bebe más allá del cáliz de la tormenta.
Mausoleo del arrepentimiento sobre la soledad de
Torquemada,
nube de Beethoven, mar de cadencia hertziana resisten
ahora.
Revanchas en flores, cementerios celosos de placeres
vestidos de silencio y miseria quebradiza y blanca,
cuadrúpedos seres dueños del pecado convulso fracturándose
la voz liberada, en manantiales de tinta y en la razón
de
sus pesares; náusea muerta y sin esperanza
sin llegar a ser nada más que amargos fuegos oscuros,
flacos favores prófugos de luz insatisfecha.
Retazos de brisa. Autopistas de tristezas y de muslos despeinándose,
despojos de languideces asaltando los candiles de
magia
desgarrada.
Abandono en rectitud de antaño se espanta así mismo.
Modernos bailes depositan dudas en ti como viejos
amigos.
La melodía de una caja de cartón altruista se enrolla con
los problemas no solucionables del viento pisoteado.
Ivette Mendoza Fajardo