Mi sentir corroe la sustancialidad de las cavilaciones
Mi sentir corroe la
sustancialidad de las cavilaciones;
mis ojos en los vapores
bufones del fuego
rumian la tierra dura por su
omoplato caído;
cosecho en caminos de larvas
tu bondad lustrosa;
venero la imagen perpetua de
todo lo posible
donde laten unos castos
silencios entre abismales
marismas sombrías;
busco el túnel que abrasa tu
fuego con la ira del espíritu,
la fe se ha apegado bajo el
rigor del ordenamiento
de la desesperanza que
inventa la palabra
y la pone en un candil de
piedra para vivir en situación paupérrima.
De todos los relámpagos
ebrios de su existencia,
el de la deformada visión lo
llora la historia;
vienen sin vocaciones las
cerrazones que caen sobre tu alma,
tu muerte se escondía como
una punzante alucinada escarcha
de nieve reconciliándose con
el hambre en la orilla del tiempo.
La noche del blanco preludio
se desgrana en lenta peregrinación
de niebla, mientras distraigo
al equilibrio risueño, sigo buscando
en tus ayeres el lamento de la
opresión, al sucumbir sin valor en
el conformismo impío con su
perfil casi cabizbajo.
¿Qué es esta subversión de
planetas oscuros con el grito
constante del Astro Rey?
La censura lamosa adormece al
diálogo literalmente fuera del camino
o en medio de calles y aceras
que manchan el corazón bajo las caóticas
personalidades brumosas de tantas estrellas.
Ivette Mendoza Fajardo