Todavía nos
somos amigas
Pero, pienso
que no
Eres tan perniciosa
ni feroz
A como
muchos te pintan.
¿Se habrán
quejado
Nuestras
femíneas raíces?
¿Te habrán
permitido quejarte?
Siempre pasa
que una rosa al venir
De regreso
de las cimas o las empinadas,
Sus pétalos
se van marchitando
Pero en su
alma un caudal
De acero se
va formando.
En modernos
tiempos,
A la rosa de
treinta o
Más primaveras,
Libros se
escriben para
Echarnos el
mono
Y hacernos
sentir
Que la
Menopausia
Es el mal
del encanecimiento
Que causa
tanto y tanto sufrimiento.
Por cada
blanquecido pelo una lágrima
Alrededor,
por cada canicie
Una queja de
dolor.
Somos más
que el simple
Furor de adrenalinas,
o más
Que un árbol
que da frutos,
Perder la
menstruación
No es
caminar por
Arenas
movedizas
Ni por
cristales rotos.
La temida
madurez siempre
Lleva más
agua al molino
De la
sensatez.
Es hora de vitorear
Este nuevo
pasaje de la vida,
Que si te llega
la melancolía
¡Acéptala!
Que no te lleve
Al abismo de
la agonía.
Sobrevivimos
en las duras
Y las
maduras pero el
Universo
cambiante
Se encarga
de reestablecer
El cuerpo a
su armonía.
Que venga el
arcoíris y tiña
A colores
las toallas sanitarias
O que se las
lleve el viento
A la
conquista de otras locuras.
Ivette
Mendoza
2014
Gioconda Belli
Menopausia
No la conozco
pero, hasta ahora,
las mujeres del mundo la han sobrevivido.
Sería por estoicismo
o porque nadie les concediera entonces
el derecho a quejarse
que nuestras abuelas
llegaron a la vejez
mustias de cuerpo
pero fuertes de alma.
En cambio ahora
se escriben tratados
y, desde los treinta,
empieza el sufrimiento,
el presentimiento de la catástrofe.
El cuerpo es mucho más que las hormonas.
menopáusica o no,
una mujer sigue siendo una mujer;
mucho más que una fábrica de humores
o de óvulos.
Perder la regla no es perder la medida,
ni las facultades;
no es meterse cual caracol
en una concha
y echarse a morir.
Si hay depresión,
no será nada nuevo;
cada sangre menstrual ha traído lágrimas
y su dosis irracional de rabia.
No hay pues ninguna razón
para sentirse devaluada.
Tirá los tampones,
las toallas sanitarias.
Hacé una hoguera con ellas en el patio de tu casa.
Desnudate.
Bailá la danza ritual de la madurez.
Y sobreviví
como sobreviviremos todas.