Molinos de vientos y ojos
ciegos
persistentemente buscando
sus espacios andariegos.
Hay curvas cercanas y lejanas
siendo doradas y plateadas
giran en el cruce de lo eterno.
giran en el cruce de lo eterno.
Sienten el sabor de la querencia
y cuando todos hablan a la vez
anotan el ritmo de su cadencia.
Desde su lecho holandés
fuego en sus pupilas se
levantan
y gritan que de la mano los
llevés.
Metal, retina ambarina,
artesanal
alerones, el atónito aleteo.
Labios contra labios, el beso bifocal.
Ivette Mendoza