Queja que configura el mundo
a su contemplado delirio irreal;
para la mujer que entra
hablando
en el corazón del hombre dundo.
Viene y viene el espanta
cuentos
electrocutando al recostarse
liso
sobre la tierra que ronda
triste
hasta el estanque donde se
hace erizo.
Tu voz, el timbre de las cinco
letras,
es la suave luz rebuscada por mi nube,
es la suave luz rebuscada por mi nube,
hoy está alegre y solo canta
para mí
con la ayuda de las mil
trompetas.
Bajo radiante bruma, de saladas
algas
un perdido bote intrépido encalla
y va alegre a explorar la
playa Vaya
seducido por la llama
seductora hidalga.
Ivette Mendoza