Como cosa olvidada permanecía tu
mirada,
párpados mitad del mar y mitad
de la luna,
el molesto silencio alguna vez
escuchado
cuando el alma era tan sólo en
el tiempo, una.
La orilla que hacía soñar chubascos
y rayos
se quedaba en el secreto de
las cosas
pero tú lámpara se hizo avivar
a puro nimbo
donde proyectó solo tersura el
colimbo.
Despierta, despierta para que
yo aprenda,
puedes brillar más fértil en
la forma de un poema,
el olvido en sus redes te hizo
prisionera
pero de este modo se hizo más
reverenda.
Otra vez más vuelve el día de
ayer, ya ofrecido,
otra vez más contemplo tu
mirada olvidada,
fuerte del corazón ya no la
pierdo de vista,
ni entre las frutas maduras
del puro gentío,
Ivette Mendoza