Silencioso tiembla el tilo en
el mediodía, ilusionado.
El pájaro de trigo que desde
su garganta eructa
un chorro de humo y tiende a
despertar la piedra
ennegrecida cuando expresa su
sinceridad suprema.
Perfecto, en la canción
hechiza donde se encuentra
frente al bien y al mal al
abrirse dentro del espacio y
el sonido.
Entra por esta puerta que
colinda con la Torre
de Babel socavando la vacua
visión de las lenguas
y sus noches taciturnas.
Y por ahí tú creces en el mar,
hombre de las aguas
y del vendaval ante el
entornado portal de la esperanza,
la desnuda contemplación del
verbo, escudo astral
para soñar.
Ivette Mendoza