Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
martes, 31 de mayo de 2022
Tiritó la mitomanía
Tiritó la mitomanía con el motín encarnizado
lunes, 30 de mayo de 2022
Conciencia de luna y soles
Conciencia de luna y soles
ha venido a defender
la larga noche oscura.
La empatía atraída
con la escena más primitiva
del crepúsculo y su
complejo de Edipo,
luce inhibida sancionando al
tiempo
con ánimo masoquista y
pálido.
Bajo el sacrificio y la
pobreza
sobornando los deseos en
cupones vencidos,
el narcisismo de la angustia
hace desfalcos sin contornos
ante la neurosis del mañana.
Luego opera la paranoia del
dolor
de almas tóxicas de
culturización.
En el medio nos sensibilizan
los
reflejos condicionados que
escarban
la abnegación de su
ortografía.
Su renegación de ave arruga
cuando su sentimiento de mea
culpa
se une a la alborada hasta el
fondo de su sexualidad
impura, vuelve para canjear
poco a poco
ese valor perplejo
de creer que somos una
canasta de monedas
traumatizadas y una cartera truculenta.
Ivette Mendoza Fajardo
Dragones entre sus egos despuntados
Dragones entre sus egos despuntados,
la mañana en corrección de lo antes dicho,
―al no ser cuerpo celeste rendido―,
ralentiza un aprieto en su dolor preciso…
amuela supresión de luz, culpa al misterio
de verse perdido en la luna, cuando sueña
―si, claro, no a la frivolidad de los muertos ―,
los sopesan, dejándolos fecundados de signos…
Lo tergiversado que lo ahúma, la hiere
filmando ―con fisonomía holista el digito,
que a su circunferencia moldea, lo solventa…
Y en lo racional, o irracional concientiza
―con sus voces celestiales― marchando al revés,
y es el intocable esplendor que: ¡lo encierra…!
Tratable, o intratable ecuación de insomnio
musita fértil todavía cuando alguien lo nombra,
alter ego, dragones, dragones en estallidos se alaban
dragones, dragones draconianos dragan decenas...
Ivette Mendoza Fajardo
Alambradas irritables del televisor
Alambradas irritables del
televisor culpan
cierto grado, de su amnesia
disociativa,
a nubes del perdón, como un poder que
ejercen
más viciosas, tan constante
sobre
la elasticidad de la demanda
en un susurro leve
de fortuna que se dirige
hacia al futuro
enmadejado de obnubilaciones.
La introspección de los mares
ya lo
cavila cien veces al tabular,
al derogar,
especula su destino
económico,
no quiere ser demandado.
Hay un estado estacionario en
los ojos de la
evidencia, como en la autoestima
de la lenta
agonía asolando el valor de
lo incognito,
las ramificaciones que paga
con
filofobias o no, al alcanzar
las expectativas
sensuales con asertividad en
medio de su
consumismo labioso sin
beneplácito o con él.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 28 de mayo de 2022
Retornará el silencio de fotones meditabundos
Retornará el silencio de fotones meditabundos,
fenecerá mi energía
espiritual a la vigilia
y alguna brasa de neón
desperdigada
halará restos de mi Big Bang
en destellos radiactivos.
Al borde del kilovatio de las
horas
reposarán mis sienes en alfas
de ilusiones siderales,
retornará el recuerdo visionario de tus
besos quejumbrosos
de emisión volátil, deslumbrados en el perfil de sus arpegios;
permanecerán en mí como
átomos de luz enaltecidos,
mientras la claridad
infrarroja de una lágrima se
refleja dentro un corazón
marchito que lucha por vivir.
Retornará el ultravioleta
misterio de tu desdoblada sombra,
el impenetrable sándalo de
nuestro amor de lumbre eterna,
la elocuencia tullecida en
los calendarios inminentes.
Retornará el imaginar
cristalino de tus ojos, coronados de gracia,
retornarán los eucaliptos
seráficos con su música arrulladora de los quintos cielos,
retornará Mozart con su espíritu
libre de dimensiones estelares,
tu alma, como una fresca
aurora por todos sus drenajes etéreos,
tu conciencia audaz,
retornarán…, pero tal vez
diluidos en el oleaje del infinito, ¿Por si acaso?
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 27 de mayo de 2022
Las palabras de extáticos cartílagos
Las palabras de extáticos cartílagos,
encendidas cuajan los
horizontes consonánticos
de virtudes, erosionando sus emblemáticos
relieves
como el ansia sorda de las
rocas, en su etílico
desbarajuste de falo temeroso.
Las palabras clandestinas
destierran ausencias desde tu
almohada, quizás reflexionan
como un trágico rosal
desvanecido que blasfema en
la discordia de una
naturaleza oblicua, con un
cuello fraternal lleno
de visiones, como una gaviota
troquelada por
códigos ocultos que babean la
negrura industriosa de los aires.
¿Acaso viven de algún modo
más rugiente que un
universo de prefijos sin
sonrisas neófitas caladas de acertijos?
¡Ah sucumbió la esperanza que atrapa la memoria sin
reino ni custodia!
Dejó de palabrear la
esterilidad de sus pupilas sobre
aquellos paralelos
pitagóricos resistiendo las voces
jeroglíficas de la historia,
dándole colores al oleaje
del sonido salivando destinos. Maloliente
consecuencia deja caer
un rock and roll de la vida
desde sus manos hasta
desteñir su piel como un
tambor de sangre fría, abandonó
una repuesta macabra antes de
salir el sol desde su recinto
electrónico de selvática melancolía.
¿ Y quien cuidará su vejez
una vez que alcance
el verbo silente del brocal
paradisíaco y risible del tiempo?
Ivette Mendoza Fajardo
.
jueves, 26 de mayo de 2022
Desazón en la palabra
Desazón en la palabra. Las
orillas del pensamiento
me acogen, me conducen,
dictan en su fluir una libra
de rencillas mariconas en
estado de buena esperanza,
se enamoran del plato con el
rencoroso deseo del bien,
dibujan la danza carnal de la
ilusión y de las bisagras genitales
como las cerraduras infinitas
de los goces del gong.
Ataúd despedazado de
expectativas despellejó al
escarnio universal con un mar
hecho de razón
primogénita con la sexualidad
de una moneda
de cinco mil horizontes de
respetuosidad vacía.
Inmortalidad de muletas de
los relámpagos desaforados
advierten al mundo sus
problemáticas metafísicas
incoloras con delirios de
grandezas, se oponen
a la insurrección de la nada y
en cada muela son
azotadas con favores públicos por unos dólares más.
Ríos cuatreros los condenan a
vivir en la rayuelas de sus
turbaciones cabalgando en sus
ronquidos ambulantes
sobre nucas con manglares de caderas
deformes, pateaban
encadenados asaltando
suburbios como renacuajos
desintegrados en la ley
proletaria telarañosa y enervante.
El horror de la cuchilla me
da cosquillas cornudas,
menesterosas en aprietos de
alcantarillas, organizan
una ensalada de montañas para
empezar sus rebeliones
testiculares agitadas de embrujos roñosos tragalunas.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 23 de mayo de 2022
En soledad arrugada y desnuda
En soledad arrugada y
desnuda, los reinos de la sombra,
germinan el deseo para
descubrir nuevas profecías, y
con ilusiones de sus placeres
crepitan unísonos
todos los laureles, tanteando el frescor de su sorpresa.
El engaño de las últimas
ramas de menta, masticando un mar de
lejanos truenos, fundiendo
espíritu y penumbra, dejando
negras pesadillas en los párpados,
en las sienes que alguna
vez soñaron memorias doradas,
inciensos de frutos pasajeros.
Exhausta de tantas vueltas,
ha pasado la nocturna
concepción de las melodías desentrañándose,
su lumbre te embellece
con un prisma gozoso, igual
que un cautiverio oscuro y tenebroso,
anublado por el olvido en las
cúpulas húmedas de torpe liana.
Un humo atesora la
indiferente caligrafía de los días y el latido
secreto de su fuerza recoge
el mar de mis palabras y el chispazo
delicado de la consonancia.
Crece la aurora en su fragor repelente de acíbares, una plegaria
entonces con las manías de la
ausencia y tus nostalgias calamitosas,
mientras sus voces amigas
consuelan mi humana permanencia,
ellas dejan una estela de
carcajadas fúnebres desmayándose.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 22 de mayo de 2022
Las zarpas de la conciencia van labrando el mundo en los brazos de la luna
Las zarpas de la conciencia
van labrando el mundo en los brazos de la luna,
dibujando con luces los oasis de la ilusión, deshilachando tréboles que adormecen
siniestramente la fortuna
caudalosa del dócil árbol, en el rincón de los murmullos.
He dispersado el tiempo y la
impaciencia, diseminando estiletes de ceniza
incomprensible muchas veces
en muslos de jazmines. El resbaladizo
tiempo cristalino es un aleta
invisible a la deriva o en el humo de
la razón, agrietando el sosiego en grito y uno y otro pensamiento expatriado
rematado de efervescencia,
amparado de un mal imaginario en su rastro
y es una herida hecha de
vanidad retorcida y esquiva para llenar el goce
con el orgullo de mi cerebelo. Lo exótico, se esfuma de repente desde mi
imprudente paso,
la dicha alejada, y la sed consigo, prenden y duplican su imposible súplica.
El tormento de la epidermis
intacta de la mirada, cual infrecuente y virtuosa
ocupa siempre un lugar en las
contradicciones. La rueda de la agonía
hace brotar tus visiones,
giran en un lienzo de porosidades donde se resuelven las
dudas que atormentan tus
días. Enflaquece la resaca en la roca del idioma,
descifrará el milagroso
abecedario de tus sueños llorando en las encías
de un sendero de reflejos incinerados ante el temporal patrullando encrucijadas.
En los adornos del sacrificio
caben los paladares del sentir infinito
y en cada alborada el sol
está tejido de angustia. Ante la inmensidad del alba
mueren mis sueños y mis ojos
se esconden en los ramales de la espera.
Detrás de la ausencia los
tigres muertos veneran a la hoguera gualda,
frotan el pecho de una estrella
cargando en su espalda la dulzura de la aurora.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 21 de mayo de 2022
Mi sentir corroe la sustancialidad de las cavilaciones
Mi sentir corroe la
sustancialidad de las cavilaciones;
mis ojos en los vapores
bufones del fuego
rumian la tierra dura por su
omoplato caído;
cosecho en caminos de larvas
tu bondad lustrosa;
venero la imagen perpetua de
todo lo posible
donde laten unos castos
silencios entre abismales
marismas sombrías;
busco el túnel que abrasa tu
fuego con la ira del espíritu,
la fe se ha apegado bajo el
rigor del ordenamiento
de la desesperanza que
inventa la palabra
y la pone en un candil de
piedra para vivir en situación paupérrima.
De todos los relámpagos
ebrios de su existencia,
el de la deformada visión lo
llora la historia;
vienen sin vocaciones las
cerrazones que caen sobre tu alma,
tu muerte se escondía como
una punzante alucinada escarcha
de nieve reconciliándose con
el hambre en la orilla del tiempo.
La noche del blanco preludio
se desgrana en lenta peregrinación
de niebla, mientras distraigo
al equilibrio risueño, sigo buscando
en tus ayeres el lamento de la
opresión, al sucumbir sin valor en
el conformismo impío con su
perfil casi cabizbajo.
¿Qué es esta subversión de
planetas oscuros con el grito
constante del Astro Rey?
La censura lamosa adormece al
diálogo literalmente fuera del camino
o en medio de calles y aceras
que manchan el corazón bajo las caóticas
personalidades brumosas de tantas estrellas.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 20 de mayo de 2022
Por el norte del silencio enmagrecido de capitaneo absoluto
Por el norte del silencio enmagrecido de
capitaneo absoluto
y en la abdicada corona de su
mirada relativista,
las noches se despintan sin
pompas amaestradas
y los días se enredan en las enormes y combativas
junglas de alquitrán entre
latidos inquisitivos del desuso.
En el liderazgo de la hormiga
enmudecen las voces
de los mares democráticos con
rectitud manchada,
dormita la resaca de su
cariño irremediablemente.
Se avergüenzan los votos
electorales de la frialdad
dentro de sus maquiavélicas
piruetas malheridas,
entorpecen aún más las muecas desahuciadas de los votantes.
Cleptómanos, rigurosos;
muertos en escarmientos.
Y al fin y al cabo, en el
delta de mañanas agobiadas,
verrugas de repúblicas
gimotean como niños perdedores
con sus almas casi
despedazadas metódicamente,
–y la vida de sus festines ahogada en ilusiones demacradas-
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 18 de mayo de 2022
Voy bogando entre suspiros de teatros
Voy bogando entre suspiros de teatros exiliados
y la piedad del parabrisas irreverente, timón cauteloso
de las tardes lame tus heridas como un solsticio opalescente
que contempla escaparates lleno de salamandras
en la monarquía de los centros comerciales que
nos atiborran de ilusiones filantrópicas.
Un poste del tendido eléctrico cansado de ser
meado por los perros con un látigo de tinieblas despeñadas
los persigue hasta darles alcance entre la humillación
y el castigo los juzga bajo la dialéctica canina y ante el
león de la misericordia desdeñosa.
La sed de mi cerebro conquista las catacumbas de tus
vísceras y amortajada cruza el reino de los charcos.
En las premoniciones de los fosos, que maquinan la muerte
en cuclillas, enclaustrados en sus diminutos paraísos como
una genealogía de gusanos sin aflicción de nada, el
escalofrío
de sus piernas voladoras resucitan parloteando enigmas profanadas.
Ficción de casetas de buses aberrantemente se viste
con coraza invisible, la lluvia se expande en la malacrianza
del techo con linaje de tragedia. Luego le ofrece al
viajante su mano misericordiosa, los buses aflictivos se acercan
disfrazados de sillas alabanciosas de abismos, llovidas de congojas
dentro de risas musicales, mientras palidece la noche con luces
intermitentes,
ya sin auxilio, cual semáforos de calles descarnadas de silbidos.
Ivette Mendoza Fajardo
Emancipadas ataduras se forman en tu silencio crepitante
Emancipadas
ataduras se forman en tu silencio crepitante;
las
zarpas de la noche, cual húmedas grutas desafiantes.
Vengo
del vacío perene de tu presencia, que me hace divagar en
extravagancias
;por esta ansiedad que me mueve la vida de modo sutil.
El
tiempo se quiebra en las garras del útero, cual luna tocada por un sol bilioso
que
como al corazón, bombea un mensaje circunspecto perdurando
en
sentimiento inmobiliario; doliente de clemencia soñolienta.
Tu perfil tiene esa magia de empañar amenidades y en la mente se
cobija
satisfecha confiada en su despertar intermitente.
Un
pistilo que lucha por ser sendero de ilusiones que madrugan con sus
acentos
tercos y rebosan lentamente a mitad de la noche;
ante
el ruego es savia y es montículo de tierra que amasas para darme
figura
de bisonte; mientras asimilo su calor y su luz dando
temblores
y sobresaltos en tu alma sorprendida.
El
saludo matinal del virio, oscilante y
blanco,
ve
subir con retenido esfuerzo la allanada tarde insulsa de las sombras.
Latigazos
de corduras encalladas desordenan su desnuda greda
y nos
rodea el fastidio, que es un mar oscuro más denso aún que la sangre.
El
cielo en cambio está enfermo de liturgias infinitas en las lejanas mañanas
perezosas hurgando estómagos vacíos.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 16 de mayo de 2022
Jazmines lujuriosos desamparados
Jazmines lujuriosos desamparados
beben de las manos de la brisa amenazante
cuando pierden la razón de su
incierto destino donde allí termina
la voluntad de su cordura indolente.
Sinsabores que envuelven su
presencia al avanzar en el pelambre
de sus centrifugas derrotas como una
tregua ante el disparo de sus pistilos.
Entre desesperaciones y extravíos
va la fermentación de su silencio
avezado, divagando en un mar de dudas siliconas.
Reproches preguntantes de vientos sin
fin, encolerizados escarban un hoyo negro
y afligido, pero ayudan a soñar poesías.
Monedas de corolas perplejas de utopías
emocionales, esperanzadas y conscientes
catequizan las tardes colochos como taquicardias
movedizas dentro de un mar salvador y embravecido.
Jazmines dispersos en la nada, sirven con
esfuerzo, a una luna alveolada de alfanje,
cual pecho oprimido buscando olvidos
en su perturbada razón imprevisible.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 14 de mayo de 2022
Un bosque de cabellos marchitos
Un bosque de cabellos marchitos
aprieta el escueto campanario.
Es la bandera del fuego y la venganza
que reside en el viejo milagro de la memoria.
Las cartas royales siempre son las falanges
frugales sabias y dulces, silentes y pálidas
como un envoltorio incierto de penumbras espías.
Trepa una polilla de fragancia inquisidora
con la claridad del sufrimiento,
con las ubres del légamo y la espuma,
—grilletes de la ingle o pezuñas de la piedra—.
Los corazones cavilan dentro de los prismas,
pagan sin sorpresas la incoherencia en la marisma
cobriza, de océanos de fiereza estéril.
El acueducto de la indiferencia está triste y en
silencio.
La conciencia escapa como mariposas en el ocaso.
Exánimes distancias y bicicletas dominan un viento
pretérito.
En el desván cantan siempre mis uñas alegres con
poderoso
esfuerzo.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 13 de mayo de 2022
El rencor paulatinamente escoge sus cuadrangulares
El rencor paulatinamente escoge sus cuadrangulares,
el aislamiento apacigua la sed de sus heridas,
la estancia reconstruye la médula de los
anocheceres.
En el renacimiento de tus costados,
—vasija de extravagancias y dolores de adioses—,
permanece el olvido y sus prudencias entre
enflaquecidas conjeturas afables y corpiños crueles.
Despilfarro presentimientos, barajeo el vicio del vacío.
Aves amorosas venden su ternura de naranjo.
Pincho los manantiales oscuros de la soledad pinocha,
la obtusángula noche de ida y regreso dispara a
las múltiples personalidades del tiempo y a
la voluntad renuente de los retratos pesimistas.
Te observé una y otra vez, en donde se
balancean los silencios de indefensa catadura.
Se saja sin prisa el esfuerzo con caritas planas;
me saboreó un estío regordete con la velocidad
de un vaticinio andante.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 10 de mayo de 2022
El día se embelesa con soles inefables y regodeos
El día se embelesa con soles inefables y regodeos
la noche es una playa silenciosa y dormida.
El día se rejuvenece con aromas de mundos claros y vírgenes
la noche es la plataforma donde callan los resignados.
El día fue hecho resplandeciente y con matices
la noche es tenebrosa y llena de penumbras.
El día pacta cuando la razón florece
la noche es un sueño donde la razón se apaga.
El día se levanta y se llena de energía
la noche, totalmente se desanima.
El día sana ahuyentando las heridas del alma
la noche muestra la tristeza de la luna.
El día es un regalo de Dios como la vida
la noche es oscura como la muerte.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 7 de mayo de 2022
Corre una lluvia que hiere la vida
Corre una lluvia que hiere la vida en
millares de gotas de voces chillonas;
por mi corona, el status de la noche,
ensancha su fuerza laminada.
Madruga entre labios de sollozos
una sola hebra de estío gutural y
es un enjambre poliédrico de
verdades adiposas para
ver pasar activamente la
tarde germinal.
Se retocan paisajes invisibles
de cielos videntes y salvajes,
y exhiben sus ramajes amados
en universos distantes y serviles.
Lechuzas del alba,
de ademanes escarchados,
alientan crueles minerales
y luego entre sí se desmuelen
lentamente en la tétrica odisea
como cenizas de obsesión
por sus costados oscuros
de luna anfibia en su platónica canción.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 6 de mayo de 2022
Hambre arcaica se lanza a las letanías de mi corazón
Hambre arcaica se lanza a las letanías de mi corazón abanicado.
En ruego y alevoso cultismo mi realidad corroída de
vaquero
bebe más allá del cáliz de la tormenta.
Mausoleo del arrepentimiento sobre la soledad de
Torquemada,
nube de Beethoven, mar de cadencia hertziana resisten
ahora.
Revanchas en flores, cementerios celosos de placeres
vestidos de silencio y miseria quebradiza y blanca,
cuadrúpedos seres dueños del pecado convulso fracturándose
la voz liberada, en manantiales de tinta y en la razón
de
sus pesares; náusea muerta y sin esperanza
sin llegar a ser nada más que amargos fuegos oscuros,
flacos favores prófugos de luz insatisfecha.
Retazos de brisa. Autopistas de tristezas y de muslos despeinándose,
despojos de languideces asaltando los candiles de
magia
desgarrada.
Abandono en rectitud de antaño se espanta así mismo.
Modernos bailes depositan dudas en ti como viejos
amigos.
La melodía de una caja de cartón altruista se enrolla con
los problemas no solucionables del viento pisoteado.
Ivette Mendoza Fajardo
Y todos los amaneceres se están frotando sus pieles
Y todos los amaneceres se están frotando sus pieles,
dentro de sus pechos se encubre el frío lamento de la
noche,
una tumba de humo desilusionada de amor,
un lienzo de color neutro abigarrado en los brocales del
silencio.
Todas las auroras gozando la verdadera felicidad,
un sendero que compara tu soledad como un reino de
sequedad,
y hunde tu voz dentro de un frágil momento, como
calabozo o penuria.
Heterogéneos sollozos, revolotean como aves locas,
como aguas
detenidas en la religiosidad de idas y vueltas que mal
pronuncian
el nombre de los vientos.
Censura calmado el plenilunio del troquel, vigilaba en
su guarida,
la liberación del crepúsculo matutino, de reprimir el
dolor de las
horas.
Al tacaño atardecer, en él se percibe alguna vez una
descalza muerte,
posándose en el arrugado neón del sueño.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 5 de mayo de 2022
Tú sabes que la evidencia del amor anochecido
Tú sabes que
la evidencia del amor anochecido
siempre se oculta en
los encantos de palabras asustadas
de los crepúsculos fetales.
Que la somnolencia morfológica
se arruga como la vejez
quemándote el alma con ímpetu convencedor,
y que es infructuoso abortar sus secretos
en el quirófano de lo transistorizado.
Tú sabes que siempre hay un soplo herido
en el pataleo casposo de una sombra eterna,
o en el parlante menopáusico que restringe
el retorno trepidante de mis caderas.
Sabes que tu ausencia,
aviva la ceniza voraz del olvido, por eso
nutro a tu pecho los prismas musicales del tiempo
huyendo de un ocaso intransigentemente
demencial.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 4 de mayo de 2022
Tararea remolino acusador con pasión de espacio deformado
Tararea remolino acusador con pasión de espacio
deformado tan intenso y tan libre mórbidamente
implícito en el espectro de la realidad, donde pasan
los días en atoramientos giratorios de danza
insospechada
y yo allí permanezco extenuada reciclando tus pensamientos.
El pasado levantaba recuerdos putrefactos que se
perdieron
como líneas curvas hacia el infinito, con un coraje de
muerte
y resabio, preguntando sí el silencio fuliginoso
quedaba
atrapado dentro de un esquema que daba inicio a un
torbellino
de cosas, ellas golpeándose en el viciado aire de las
quimeras.
¡Contento está el mundo cuando siembra tu pecho silvestre
mieses y sueños!
Mi existencia que ya sólo es un sueño disipado en la nirvana claroscuro
de mi soledad eterna, va resucitando afectos y
sentimientos instaurando
la mirada destellada en tu sonrisa, por eso he de
esperar el día
en que mi alma ahogue las penas para sentirse sublime,
como esencia
vertidamente pura.
¿Cómo muere o revolotea un destino con golpes de estío
dentro del génesis
de una sombra comprometida ya sin objeción alguna y que con su albedrío
hizo chocar la noche contra la luz? ¡Ah quizás lucha en paralelas imprevistas
para abrirse paso, pero fracasa en el intento!
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 3 de mayo de 2022
Retractación de elocuentes sabores
Retractación de elocuentes sabores:
En medio de tantos cuerpos de caldos exaltados,
crepitaban utopías fritas y compendios cocinados
en el centro de un calvario frutecido en ebullición,
mientras el pan se llenaba de favores, queriendo
lanzar
su voz con esencia de mieles y pestañas absorbentes
como ese copete de cappuccino indómito, de repente,
arrastrado por la miseria del mundo, apagando sólo
el hambre de su adobado sol mojado. Rumoreo de soledad:
Sólo tu ausencia es tan triste tan negra como los murciélagos
y es un violín desnudo que desafía la velocidad
y sonido de sus cuerdas infecundas.
Serpiente de agua solitaria murmura, trama bajo el puente
lloroso, hasta hacer gritar la tierra desolada…
para surcar el mar de luces mortecinas donde su
memoria viaja en tranvías incultos silbando por lo
oscuro.
El tiempo guardaba en un baúl antisocial, quejas,
muecas y llantos…al abrirlo se juntaban como aves
sedientas, y yo escuchaba sus gritos diluidos en la
sombra
delirante del sigilo.
El amor no despechado es un creador de universos que,
nace
engendra y se mueve mediante latidos de corolas, se
yerga
con la frente en alto, ¡Cómo llegando desguarnecido a
su recta final!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 2 de mayo de 2022
Ciego péndulo de resplandor viral
Ciego péndulo de resplandor viral, irresoluto,
avanza en el yermo de mi pecho.
Y la memoria estirándose
como una detallada marea de sangre
que avizora el buen provecho.
Es una lápida de sombras la que palpita,
repite y menosprecia el ronronear
del tiempo en el sueño y es capaz de
refractarse.
Una nueva palabra que pasea al mundo una
vez para siempre, en la tibieza del remolino silbador;
como agitando los colores contrahechos y
los abecedarios olorosos, cuando ofrecen
imágenes certeras para que la sombra del mar
abandone sus manos enguantadas.
Quieta sobre el canal de una espera recóndita,
tu fronda de sueños presiente el vendaval,
cara a cara hacia la noche, mientras la emoción
de un tsunami arrastra lágrimas y pieles al agonizar.
Como en desparpajo fecundo queda una morada,
en lo profundo, al norte frío, inventándome
urbanidades y costumbres junto a una acéfala
y desnuda cruz, al universo que toca mi alma en
vuelo,
para alargar una ración de júbilo en la fe disculpada de
tus pasos.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 1 de mayo de 2022
El soneto figurado de mi sombra aturdida por su luz
El soneto figurado de mi sombra aturdida por su luz,
se columpia en el plumaje pausado
de una estrella y corre en el diluvio de mis
emociones. Me abrumo en este espacio de recuerdos
generosos, hasta la noche cálida que ausente
busca su despertar repentino.
Amor en desvarío de mar muerto nos marca
frente al todo infinito y desértico en un novísimo
austero aullido. Bebemos la realidad que salpica
lo esencial creciendo en lenta fiebre y cae el espeso
velo de los ojos para glorificar la suerte que se
amasa
con nuestras manos.
¡Hojas de laureles que huyen por los años, ya no
duermen,
se derriten
como el sol a la nieve!
Encendimiento del ahora contra la lengua del mediodía,
nos quiso desunir con la confusión de sus palabras,
como la lluvia que sus pasos atajaban sin destacar ni
variedad ni encanto.
Preludio de brisa sediento de los cielos mastica sus
raíces
como un redondo cascarón sin lágrimas, en su
clarividencia
fatua no ve sus errores cometidos y lo ganado en el
camino
lo arrastra, lo olvida.
Tiempo de obsidiana, mi alma te piensa y te construye
un aura de plácido sosiego respirando, en el paraíso
del
anhelo y las cosas.
Ivette Mendoza Fajardo
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