Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas

martes, 1 de abril de 2025
Gárgolas en mi Sueño Lúcido
1982, mi hija emerge,
lunes, 31 de marzo de 2025
Flotante Prisma Raudo
Flotante en el endecasílabo de tus párpados
camafeos,
lexicalizas la mampara del tiempo
sericígeno:
una manivela paleteada, delinea álgebra en
el aire salival.
Dentro del palmoteo de un prisma raudo,
no escucho el sonido resignado del viento
insatisfecho,
ni el taponazo coloquial de las turbinas,
prefiguradas a frases célebres;
todas organizan un refinamiento simultáneo:
es la pericia infrahumana de su eje
desnivelado,
el tragaluz infundioso donde aparece el
halógeno perpetuo,
el volante huapango donde danza el jícaro
latitudinal:
las pilastras tienen oídos para mistificar,
azul de torbellino.
Rumias en la glicerina olivácea,
en el receptáculo ovulatorio de luz
pachanguera,
que protesta cuando no le otorgas
alas patituertas para volar en la oscuridad
norial,
en las esferas psicodélicas del vacío,
diurética animación
y retroalimentación de sus disfraces
blandos.
Afuera, la sangría selenitosa quema la
emanación inaugural:
una tapia de sonido entre las sienes de una
tarabilla tectónica
se arrincona hasta un brazal maneado.
La prerrogativa retrógrada de un lápiz lo
bosqueja:
el sonido de los papeles salvavidas.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 29 de marzo de 2025
Fístula del Oxido Lacerado
Las sandalias de luciérnagas prófugas
tejen la brisa conceptual en cicatrices
vivificantes,
mis extrañeces irrumpen como cánticos de
virtudes
etéreas,
reverenciados octágonos de ambrosía que
deletrean
vidas frías, al desnudo de isotopías
argüidoras.
Para peinar los tendones de mi sombra,
se rebela la fístula del óxido lacerado,
rechazando dejar el umbral ennoblecido
de su refugio, ultrajado por trivialidades
osadas.
Se queja en el léxico indolente un clamor
náutico,
un gaznatazo ergonómico, un casaquín
remilgado,
fundidos en el edén absurdo de la
anticipación.
El miraje de una historia artificiada,
estéril y estoica, se disipa con el helio
decadente de revelaciones contorsionadas.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 26 de marzo de 2025
Médula de Gravitación y Eternidad Protectora
Médula de gravitación y eternidad
protectora
en rutas de bullicios hacia a toda la burla
ambulante que
pide fomentar multitud de apoyo
condescendiente como
en videos convulsos, madrugadores o
vespertinos.
Se
requiere ceñir un minuto, en prudencia, como silueta fría,
festones de olfatos con fidelidad, en buen
corazón caviloso, ondean.
Ángelus
codiciados de sufrimientos, posesión de realidad motorizada,
colmillos de milagros hambrientos y buena
raíz de simetría amarga.
Se brinda buen cuidado, a las auroras
eminentes de músculos fornidos.
Artesanía
no rutinaria -con viajes de dianas incendiarias
en carruseles afligidos
dentro y fuera de marmóreos-.
Correteo que humilde, desagrada, para el
bien.
Techar
solamente los más sutiles y carcomidos intereses.
Discurrir en suerte de tapiz esquivo,
adornarla de ufano temor:
donde se domina dosel terremoteado de
zozobra vacilante.
Ivette Mendoza Fajardo
Corazón Infante de Flaquezas
Bajo a las hijuelas milagrosas de
distancias profanas; pregona el
mitin rábico, todas las tardes, con sus
resúmenes indefinidos,
y son como un antebrazo de cenizas
tumultuosas, sin luz de abismos.
El barro de la derrota es un corazón
infante que cubre las flaquezas
que perforan el alma.
La perfección encadenada del numen de los
días,
con sus gamas níveas de orígenes nocturnos,
también recorre las balas que se magnetizan
en el mismo cuarto
donde germinan los naranjos y el denuedo.
Sin deseos de duraznos, cien mil lloros han
cabalgado
los amaneceres en fatales pesadillas,
agarradas a las mismas reliquias de
temblorosos regimientos.
Dirijo el rumbo torturado hacia los vastos
monólogos litorales
para ver dónde finaliza el clandestino mar
irresistible de narcisos,
desposeído de fechas, con brotes de
insomnios,
sin resplandores de harapienta lucidez del
cielo cosechando tu mirada.
Ennegrecen en mi cuerpo los vientos sabios
sonámbulos del sur,
bajo la voz injusta de pilares vitales
moralizando mis entrañas
ciegas para encender en tus ojos deslucidos
del sereno, lo que
la vida conmina, incrustada dentro de mis
fantasías salariales.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 14 de marzo de 2025
La Rabadilla del Amuleto Astuto
La rabadilla del amuleto se adornacon auroras que ojean pardas distancias
fanegadas de inviernos vigilantes.
El lapicero semántico de la luna rueca-
alegre se vuelve
tranquilo y flemático al cruzar
por los ribetes renovados de céfiros
dominantes,
dibujando sueños rompehielos y experimentados,
en vasta pleamar.
¿Qué pasó con el sol ruletero de melancolía
samurái?
Una tarde satirizada me causó un
zumbido amortiguado
desde los pies hasta la esquina de mi
cabeza,
y 'colorín colorado' me llevó a un mundo
atolondrado;
mientras las pecas toroidales de tu
esqueleto vertical clamaban piedad,
sostenidas en tus brazos.
Ah, sustancia lunar y espuma en la varilla
de los besos,
en el rompecabezas de mi alma,
voltios y voltios de energía ultramarina
edifican, poco a poco, su recreo
escolástico.
Y el silencio del torpedo espiritual,
astutamente, guarda su secreto
de daga furtiva y espoleada con astucia sabia y
surrealista,
porque sabe que la hiedra veteada del
conocimiento
radica en la tachuela desamorada…
Ivette Mendoza Fajardo
fanegadas de inviernos vigilantes.
El lapicero semántico de la luna rueca- alegre se vuelve
tranquilo y flemático al cruzar
por los ribetes renovados de céfiros dominantes,
dibujando sueños rompehielos y experimentados, en vasta pleamar.
¿Qué pasó con el sol ruletero de melancolía samurái?
Una tarde satirizada me causó un zumbido amortiguado
desde los pies hasta la esquina de mi cabeza,
y 'colorín colorado' me llevó a un mundo atolondrado;
mientras las pecas toroidales de tu esqueleto vertical clamaban piedad,
sostenidas en tus brazos.
Ah, sustancia lunar y espuma en la varilla de los besos,
en el rompecabezas de mi alma,
voltios y voltios de energía ultramarina
edifican, poco a poco, su recreo escolástico.
Y el silencio del torpedo espiritual, astutamente, guarda su secreto
de daga furtiva y espoleada con astucia sabia y surrealista,
porque sabe que la hiedra veteada del conocimiento
radica en la tachuela desamorada…
Ivette Mendoza Fajardo
Deudas del Silencio Rimador
El silencio rimador es el placer
del sustantivo enaltecido.
Una tilde grandeva que suspira,
rota junto a los tallos de corva animosidad,
un cielo de esclavitud accidental
se desnuda en la veracidad
del desayuno nervioso y tranquea
famélico, mientras el mundo le sabe a
despecho
sin perdón picoteado de angustias célebres.
Un grano de arroz es la esdrújula
serpenteante del camino oculto y mordisqueado
por el lobo esquilador.
El tormento esquelético de fatalidad cuenta sus
alas numéricas para condenar
deudas amenazantes que
absuelve el eje floreado de la superstición
y encenega al zapato sonoro de cataclismos recurrentes.
¿Las diéresis tomando la ducha de la
eternidad?
Y no se rinden; van de jaula en jaula,
ruidosas con sentimientos gramaticales.
Ivette Mendoza Fajardo
Saturno y el Espejismo de la Felicidad
El ruido en el estómago es un aullido de la
propaganda,
gallo gallina,
que acompañaba al pie derecho a sonreír como
una vela sin timón,
hecha fe. La magra fiebre de cuchillo
ilustre avanza erecta en pañuelos
de párpados suntuosos, cual amortiguadores
de bombones
verificativos para un sabueso fiel.
Saco de desgracia, en licuadora ventajista
y chonetes de resinas familiares,
sus vértigos enchilados logran un jonrón
pulcro de animosidades
que los consagra desde un cielo encapotado
con ventajas hogareñas.
Sodoma del cristal, falazmente, marca el
teléfono de su martirio
universitario bajo la inquisición axilar de
los escaparates viscerales
de llaves asustadas, como el golpe del
hollejo refrangible, que
ataca sin piedad.
En los maizales seductores del corazón,
bajo acuerdos taxonómicos,
algo brillaba alrededor mío,
con circuitos silenciados, ponchados,
llenos de piadosas pantomimas
rojas, verdes, rojas, que promulgan sus
sombras en movimiento,
espiritual postizo.
Los restos de apetitos caníbales que dejó
la recreación
yacen en la palestra temblorosa de lo
ilusorio, con ovillos frígidos de añoranzas.
Yo degustaba la amarga corteza oronda de la
espera sin novedad alguna;
Saturno era mi renqueante dolor, robándome
la felicidad gimnasta donde
permanecí en entrañable montículo de
cenizas.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 13 de marzo de 2025
Amasijo de Teflones Rojos Molidos en la Aventura Renegada
Tórax de árboles mugen dentro de plegarias
sin clamores,
como oscilando en abundantes historias
de inteligencias oscuras nunca vistas, y
acaban
demenciales en el papiro inabarcable del
alba y su dicción.
El cielo del diccionario noble: es un
visionado
silencio de trapecios adormilados, que
juega con mis sentimientos.
La jerga neófita y patogénica matiza
anaranjada entre girándulas
temerarias y los frutos fusilados siguen
ahí en detalles oprimidos.
Los patines soberbios desagradan a los
carniceros
de la riqueza y el tiempo del halcón da
recados
fogosamente a la mancha débil de la
literatura.
En el radiador de las cabriolas, el fangal
cirujano implanta
los ojos tenebrosos del acordeón
libidinoso.
El matamoscas no está en los rasurados
teflones
ni reconcilia el amasijo rojo de la bolsa
glandular,
irritantemente.
Aún más allá,
las carcajadas candeales nadan en el
granizo de mis
huesos.
Si pudiéramos recuperar el semáforo molido
en la aventura renegada,
reconvertirlo en una vida recién llovida de
curvas boreales,
o brincar sobre la aureola de los trópicos y
regresar a su afamada
juventud para su vasta reverencia y
gratitud.
Lavar las ramas de la entretención en la
lengua de las piedras,
alimentarlas frente a la otredad de puntos
cardinales,
disfrazándose de mares con seis piernas que
se miran a un
espejo destilando la esencia pleistocénica
de la fidelidad.
Ivette Mendoza Fajardo
Orquestación de la Desazonada Existencia
La existencia labrada de musicalidad
palidece su sentido
memorístico, atrapado en un campanil de
despunte facetado;
se transmuta en un devenir eterno de chispa
metatarso.
Una carátula bautizada en la motilidad de
la muerte, son
avideces mal vividas en peroles de reuma
retumbante, como
un compás trajeado, suave y lento de aprensión.
Viveza patronal, peinada por la mano de la
nerítica lanceta,
brava, avariciosa de insípida locución.
Luces de melanina internacional llagan su
desazonada huerfanidad en la sal de la
inconciencia;
un corcel indisoluble crepita cremoso en el
cerro del Yagual.
Y todo capta en la taberna forajida como
una aleonada melodía,
con firmeza atemporal que espanta el marrón
de la vida adyacente.
Mojarras de la misma palabra que llama a su
verdugo retoñar
arcaísmos, siente llorarlo todo con
brújulas desanimadas, tontas,
que se hunden en la malicia de la nada.
Alforza, como acertijos de linajes
voladores, son algas
reclamando el vacío incorrecto.
¡Ah, batería del disparate que vigila y
mata, callando!
Ivette Mendoza Fajardo
Cuerdas del Pasado Insurgente
El ayer está marcado por huraña culpa,
que se resigna rígida hasta las madrugadas,
o por un océano de intrepidez que sacude,
agitando las persianas de las ingles
macilentas.
Se rompen los platos vociferantes del
recreo,
que ligaron ataduras con los matasellos
narigudos;
se desatan varillas neurológicas de plantas
olvidadizas, olímpicamente ancestrales.
El ordenamiento paranieves flaquea en las
cuerdas
del pasado insurgente,
y el puñetazo pretensioso retruca sin
ostentación.
Las ruletas de la saciedad concluyen su luz
silábica
para su verdadera protección.
La azotea del declive tiene el talón rígido
de senderos;
así, no encuentra la fiera solitaria del
infinito.
La órbita encapuchada esquiva el corcel del
eclipse y
se muere al caerle el peso de la noche.
Cuna que sangra las raíces de la tierra,
como la canoa infiel de la
conciencia y es huérfana en su rebrote y se
enrama,
descifrando los signos de la sumisión.
¿Es la corona ominosa del temblor la misma
fiebre que alienta
la armadura intransigente de su piel,
trillada de encajes jubilatorios?
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 12 de marzo de 2025
En el Cuadricular de Facto
Las tarteras polifórmicas del mendrugo
escurren escarlata.
Las limaduras lúdicas se interrogan
holgazanamente;
estalla un helecho peregrino de vidrio
cimarrón,
y se respira su presencia en el equinoccio
fanatizado.
Las frentes de los relojes tientan sus
blancuras,
imprimen sus intelectos en harapos
profanados;
tiempo fanfarroneado, excomulgando
evidencias,
y navajas muertas en el cuadricular de
facto.
Cornúpeta de rozamiento agrio,
pupilas conminatorias que se tupen de
tantos
años fenecidos.
Chamarra de niebla de Neptuno,
píldora del cirio en auxilio, circunscrito,
válvulas irascibles en los melodramas del
cielo...
hay protestas de sueños cincuentones.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 11 de marzo de 2025
Arpas Polisémicas
La puntada y el revés
del mundo nitrogenado
poseen una sola cornisa
que al satelizar cae
entre puntos y agujas inacabables,
pupilaje
y territorios en objetividad colérica.
Abate
como pértigas a oscurantismos pecadores
porosidad andarina, profetiza
portafolio del mentón afiebrado
en penacho reprogramado
de áncoras y arpas polisémicas
Deslealtad consuetudinaria, aplaca
vagamente hendedura carnívora en paréntesis
absolutos carentes de obediencia
zumo polizonte que cae de bruces,
guerrero y frígido, bebe veneno peatonal
al abrir sus ojos metálicos a la deriva.
Ivette Mendoza Fajardo
La Trova de la Luna Condenada
Regresa tu baladro de materia,
intimida en el escondrijo del sonido—
bajo el burbujeo encanecido,
en la juntura de la espuma.
Se equivoca detrás del pórtico del mañana,
con categórica extremidad, como el barranco
de la vida;
bajo la bóveda que al reposo llama, sin
consagrar
la media luna condenada—sin decir nada—
que acentúa, transfigura la noche de
pronombres.
Convulsa, impertinente, la mano sobre el
dorso del saber
del adonis rostro que con atisbo inflexible
aparece,
-solo- calcula, sílabas en un espectro de
error
ostentando plumas de borrasca,
cómoda laude, como telarañas que agobian
una trova de perfección vegetal.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 10 de marzo de 2025
Copa Imberbe de la Eternidad
No puedo detener el eslabón roquero y
esquivo,
cuando se abre en un confín miriópodo de
cartón
que me dirige hacia la jactanciosa copa
imberbe
de vida eterna.
Se parece a ti,
sabe a fiebre ilesa de aves invasoras, ¡Aunque
no lo creas!
Su cultura ideal es de bravura bajo suelos
de arroyos lobos
cuando intenta esparcir su cobardía
fárfara.
Llovizna casual en distintos diluvios de
lejanías incesantes,
¿Logra ella cristalizar el muñeco arcano en
los ojos
de su imaginación?
Sabe al yerro sobre el descalzo dique,
cada vez que Platón reina apretando
infusiones
que vigilan galimatías llenos de arrumacos.
Sabe a rostrillo,
sabe a rumba del supremo jíbaro
generando sílices que serán
sortilegios para la alusión
antes de propiciar justicia fosforescente
hasta hundirse en el fondo de su fosca
trama,
frente a ti, frente a mí, frente a
nosotros.
La jactanciosa copa imberbe empujaba hacia
adelante
mi deleite de bracear – inequívoco
en un futuro abarco la nada suavemente.
Y jirones del silencio aprenden a andar
fuera
de su existencia.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 9 de marzo de 2025
Vapor de la Manía
El émbolo atontado rezonga,
campechanamente,
cuando el requiebro curvado del rictus abre
sus heridas
en la manía enjuta de la alborada,
moderando la obstinación del tiempo en la
palabra
y errando.
Moribundo, el espejo sostiene firmemente
su salvamento, salpicando de salvajismo la
ventana,
con una lengua sacrílega que acidula
la sed del raciocinio en ribosomas
labiales;
mientras rozo
el éter desaliñado del vaso ya fermentado
de ánimo
sobre la parrilla del frenesí, acosado por
brumas de encaje
seculares.
El vapor externo de la idea, como una
estrella satinada
de carne bajo el cuerno del ansia,
acalambra el retorno progresista
de esta fibra de papel afamada
que me renombró con manos prestigiosas,
dentro del mar de lirios troquelados,
endeudando las verjas sectarias del adorno
superior.
Gracias por descubrirlo en la manía de la
alborada;
recurre abierta, como la vitrola
pasamontañas
que escuchó e intuyó la soberbia de la
puerta.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 8 de marzo de 2025
Desleído en Divinidad
La angustia admirable del sistro se
desintegra
cuando una vibración tartárica de la vida
logra sisear los atroces estruendos
de las entrañas urbanas de su elemí.
Es sublime ampliar una manifestación
de sensaciones sacrales en un pianoforte,
misterioso y cautivador.
La suavidad de los delicados filamentos
sobre el metal
resuena como el estruendo de un colapso
estelar
en mis sentidos de arrecifes.
Intento esquivar su hechizo; lucho por
suprimir
una indulgencia dominante,
pero me precipito y ya no escapo
al yermo triangular de mis temores.
Encantamiento vehemente, navega por la niebla
alquímica
de la ascua renegada como un impacto en mis
extrañas
que se extasía ante la plegaria frenética
del mundo.
Ritmos que despiertan mis circuitos de
objetos inútiles, optan por
la resonancia del serafín en la desigualdad
momificada
que se arraiga en mi mente desleída,
desorientada,
eternamente, sin despedida alguna.
Ivette Mendoza Fajardo
Retrato de un Vate Guasón
Murmura epístolas el satélite turquesado,
consuelo de roca bucodental
que conmueve a los pajarillos en
aniversarios cabileños,
sumergiendo cauces entrelazados en la
columna de ígneos idiomas.
Consanguínea, acontece que soy un vate
guasón y no desfallezco;
siempre me elevo en el crepúsculo y divago
entre neblinas,
oscilando entre auroras, las frondas
estampadas con impresiones,
arrojo ilusiones como espíritus en púrpura
gomera.
Volviendo de los abismos con raíces
ocultas, allí donde emergí,
todas las corrientes son mis arterias de
goniómetro,
y toda la hecatombe en el Cáliz pituitoso
recurre al gordolobo,
observando tras los cortinajes la melodía
que las nebulosas mecen,
en mi odisea de ser germen de tejido
gorgojoso,
de deidades extraviadas como enamorados del
azar,
tejiendo vocablos de epidermis en la
escarcha de plata y barro.
Sueñas subliminalmente, postal del
renacuajo, que viciosamente
arribará antaño.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 6 de marzo de 2025
Vestigios de la Soledad Coloreada
Aún no aprietan los peces de la historia,
ni se vuelven mi soledad con navajas de
colores.
No obstante, el bullicio en espacios
desterrados
puede poblar el agua de su siesta,
y desperezar las palabras vitrales con su
filo.
Aún recojo las migas del anhelo antes de su
simétrico
floreo y en el milagro de celos evaporados,
cruje el fonógrafo desde el autismo de la
vida.
No es nada la perla de montes sombríos que
encierra las noches,
para descifrar las confesiones de las
lágrimas asustadas en
un mundo de ciencia incierta; llega el día
de filtrar tu nombre
de los chasquidos de la sal que se diluye
en la carne errada.
He oído la jactancia de la muerte con su
aroma siniestro,
y las entrañas de su fealdad sobre el
reinado hermoso.
Aún no te enfría su malgastada oscuridad.
Aún no te arruga sus adornos extravagantes…
Castigo en el pasado, arrastrando su
voluntad que
se atrinchera en la fisura de los
vestigios…
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 5 de marzo de 2025
Diamantes Fantasiosos en Luna Herida
Refugio de diamantes fantasiosos,
reinan diseminados en fuegos acicalados,
con sus nervios descoloridos, sobre las
escalinatas
pensativas se reflejan esféricos hacia la
verdad
de sus fulgurantes medias lunas.
Tu espejo ecológico cuaja, como la disculpa
inexplorada en el hueso de la dulzura
bronca,
que tiembla ante el quejido sensual de su
redoble.
¿Qué encandila a un bucle dorado que
confunde
su aurora de repente,
dentro de la visión del alma que lo
glorifica?
En la verdad cristalina del lente
descolgado,
los diamantes llueven recuerdos de núcleos
policromados,
como expuestas perlas de cuarzos puberales;
brillantez
sagrada, cuna y sustento del coloso que
refresca en la mente
de sueños con trovas fugitivas, que acelera
su marcha
tras el clima adverso,
olvidando el lecho circular del embrión
diamantino
que moldeó su faceta fluvial en una mina
herida.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 4 de marzo de 2025
Desobediencia Mágica
A veces es
claro y necesario
blanquear
perennemente las extremidades
de un
huecograbado de ilusión que apunta a lo real,
sin anclas,
a la deriva, emocionantemente llega
dentro del
vientre de un leviatán con donosura.
Resonamos
con el átomo esotérico
que se
convierte en fragmento de daga antigua
en el seno
hipocloroso del cosmos.
Sorber el
cáliz incógnito de amargura,
torpedeando
en los tejidos rechinadores
del ser
colectivo a babor.
Ningún
encantamiento puede desobedecer
la magia de
las tonalidades destrozadas
sin
remordimiento en la trituración de un diptongo
que por la
falta de brillo se arrincona a
un espectro
tiznado de alabanzas.
Turquesa
juglar, como los jugos de la
epistemología
del suelo que cae al vacío y,
es el arco
donde yacen las huellas
que
germinan la superficie rugosa
de las
sendas aristocráticas.
Quizás
algún día, se comprende,
emancipadamente, que
el aleteo
de la polilla
y su
repentino chillido toronjil
de plumas
brunas, yacen olorosas.
Ivette
Mendoza Fajardo
lunes, 3 de marzo de 2025
Páramo de Expresiones Revitalizadas
En este páramo abierto y revitalizado,
siluetas de semblantes sedados atraviesan,
perfumadas con fragancias de sutiles
abreviaciones.
Todos acogidos a los banquetes de manjares
paradisíacos,
iluminados y listos en la sobremesa de
expresiones puras.
Anualmente, a este páramo abierto y
revitalizado,
llegan carabinas viajeras cargadas de
congojas;
entretanto, reptiles que pintan de
racionalidad los muros del pasado
son los dones de insectos confundidos que
escudriñan
la rareza de desenterrar palabras lúgubres
en lenguas perdidas.
En este páramo renovado,
cierro el libro de los vientos tras de ti,
sin alarde,
y ordeno sus capítulos glaciales en
recovecos ocultos.
¡Compárteme este festín de oraciones!
¡Ven! Aquí están mis páginas, esqueletos de
humildad;
tuyos son todos mis temores flexibles,
y mis tarántulas delatoras.
Únete a mí para esperarlos como la claridad
que cada día renace,
inaugura tú el libro de cantares y acógeme
en su refugio.
Retornamos de un viaje extenso,
encontrándonos
en el zarzal veloz de una vela que celebra,
cálida y amiga.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 2 de marzo de 2025
Pulsaciones Polinizadas
Mezcla su gradiente cegador, reverdecido,
sobre la existencia de humos positivos e
iracundos.
En el umbral, donde la luz poliniza el
aire,
forja la esencia campechana al laúd mullido
de palpitaciones—abreviadamente—
mientras restituye el fulgor calimoso
de ventiladores en llamaradas alobunadas.
¡Brinda una pigmentación atónita al torso
expuesto,
mientras extrae de la figura nebulosa,
perdigonada,
la cuerda vibrante del cariño
incondicional!
Reversa la penumbra monomodal en el trote
justiciero
de una montura feral, mientras, en evidente
vencimiento,
domina la corona del índigo fragor en
fumante sinfonía.
Transforma cada movimiento de la fresa
desventurada
en aleteos de pez cordial en su hábitat
detonante, al rechinar.
Una distancia camaleónica de carmesíes
vivaces
pinta el crepúsculo, coloreando el
firmamento
con diligencia redomada.
El mundo digital, con sus fundamentos
vacíos como flechas sin blanco,
sacude el corazón del tiempo sin reflejos
impertérritos
dentro de un tranvía incoherente de bloques
quebrados, al azar.
Y en el núcleo de la cuadratura, una fuerza
senoidal
le incrusta la daga a la tristeza que
vagaba por un horizonte
interjectivo.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 1 de marzo de 2025
Aguacero de Lágrimas Copiosas
El aguacero burbujeante se desliza
sobre conflictos matizados,
empapa textos de sollozos sutiles
mientras surca océanos de lágrimas
copiosas.
Elimina huellas impresas y, cual cono de
sombra,
nos descubre bajo un sol bifurcado,
agitando estandartes petrificados,
liberando amarras de vestuarios en
efervescencia febril.
Descarta el pasado saturado de demencia,
arrojado al contenedor de aflicciones,
cómo se arroja una esfera cósmica
al suelo, disipando un caleidoscopio en
formación.
Y una exhalación de aire retorna,
resonando,
delineando un vacío ilustre con gotas
escarlatas,
inmortalizando el título de pirañas
tempestuosas
de un vencedor entre los deleites
dominantes.
¡Supo existir, desapegado del ayer y el
mañana!,
persiste su agonía
ajustando cuentas, unido sólo a ese momento
del ser
que aquí se transforma, hacia nuevos
caminos,
tras el telón versado del esbozo de una
sonrisa sedosa.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 28 de febrero de 2025
Marcas del Tiempo Sistólico
Las marcas absolventes del reloj sistólico de la abonanza
otorgan el anhelo buscavida de ascender
bravosamente
a las cúspides del despecho conceptual.
No existe ningún cauce caballeroso que
permanezca
en su frescor frenéticamente. ¿Y si existe,
nos aprisiona?
No poseo el perfume fotográfico, ni las
rocas averrugadas
que rezuman en acróstica emulación,
alfabéticamente.
¿Y si existen, se levantan cuando alguien
las escucha?
Permíteme estar cerca del tronco aguerrido
y abatir
el último monitor bohemio del clavo
candente, desorientado.
Permíteme con la cara del alba cubierta de
follaje que drene
primitivamente en su almohada musical,
¡Más allá de lo que se permite, mas allá de
la frontera!
cuando el alma pinta el dórico escorpión,
chinchoso y agitado.
El semáforo bruñidor de esmeralda cambia a
jade en locución;
y se despojan los jardines de su escopeta
familiar sobre los sables.
Caminantes y nocturnos exploran la divisa
oculta del hechizo,
donde no existen malaventurados
observadores del riel maldoso
y axiomático.
Ivette Mendoza Fajardo
Candelabros de la Incógnita
Acolchonan candelabros en la última quebrada de la incógnita,
velada está
en su confidencialidad de tumba entrenadora,
existe un
destello surrealista en la malversación del quiróptero,
ensueño
mandarín que galopa entre colimbas de sabor irracional.
Chisporrotea
un brote inveterado en mi mandíbula juratoria,
todavía
refresca su figura leganosa; precipita aprestada a anidar
la sombra
en el aliento de la radiografía que no expiró.
Lo observé,
la rapaz ráfaga lesionando al astro con su candidez
y sus
ilusiones fracturadas, enroscadamente.
Carcajada
raposera más extinta que el deceso, más fantástica
que una
iglesia idiosincrática hilada por la igualdad de la lenteja
─responsabilidad
de todos─; letra grave en modus operandi le crecen
extremidades
sin vigor para capturar el despilfarro con beatitud,
con anhelos
de ser el infante belfo cenital, avispado.
Las flores
episcopales tienen pan amotinado, centrífugo y juguetón,
enojosamente
centra la palabra en el desván.
Ivette
Mendoza Fajardo
jueves, 27 de febrero de 2025
Píxel de Choclo y Serafines Prostéticos
Vierto mi desconsuelo entrillado sobre un píxel de choclo,
que hiende la tierra indomable sin quebrar sus quijadas
petacudas.
La expectación cenicienta viste piltrafas con erudición.
El can errático se disuelve en caricias engoladas,
y un gorgojo contrabandista sugiere la purga de recuerdos.
En mi encéfalo transcontinental reposan liturgias infecundas.
Intento ascender a la cúspide peliblanda de un idilio inacabado,
pero mis ruinas se proyectan a través de mi abdomen exultante.
Mi celular resuena y resuena, tango remitido por los serafines
prostéticos de calambres en resucitación.
Un enigmático Narciso me cubre con su timbre cinegético;
ignoro desde qué paraje abonado llora.
Un deleite de té ancla y despedaza, anticipadamente,
mis incertidumbres,
para arquear el brazo a la melancolía con mansedumbre.
Mientras tanto, la barca abúlica de dos décadas
no arribará salitrosamente esta noche al sándwich oscuro,
y esta otra, de casi medio centenario biodinámico,
se dispone a hacerle compañía al hambre de su cabellera.
Ivette Mendoza Fajardo
que hiende la tierra indomable sin quebrar sus quijadas
petacudas.
El can errático se disuelve en caricias engoladas,
y un gorgojo contrabandista sugiere la purga de recuerdos.
Intento ascender a la cúspide peliblanda de un idilio inacabado,
pero mis ruinas se proyectan a través de mi abdomen exultante.
prostéticos de calambres en resucitación.
Un enigmático Narciso me cubre con su timbre cinegético;
ignoro desde qué paraje abonado llora.
mis incertidumbres,
para arquear el brazo a la melancolía con mansedumbre.
no arribará salitrosamente esta noche al sándwich oscuro,
y esta otra, de casi medio centenario biodinámico,
se dispone a hacerle compañía al hambre de su cabellera.
Iglú de Angustia y Coral Pétreo