El Muchacho y la Marimba Existencial
Yo lo sé:
regresa a mí el muchacho de vinos
inciertos,
ese que resuella en madrugadas torcidas
y se zarandea al compás de una marimba inspirada.
Lo miro regatear con hablantines de
distancia,
cambiar mi desvelo por un plato de
fritanga,
y en mi alma atesora la noche como candil
de festival.
No entiendo el conjuro de su zapateo,
pero me provoca —quieta, absurda—
en el petate áspero y en la sed de la
tinaja.
He rastreado sus pasos en la tierra
astillada del garañón,
donde alguien golpea maderas tercas para
tentar la suerte
y el miedo se agita en un vaso oscuro de
jícaro.
Ivette Mendoza Fajardo