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sábado, 23 de agosto de 2025

Músculos del silencio

El pulso del cuerpo cede bajo un cielo que se agrieta.
Mi mirada se disuelve en la radiografía del horizonte
y traza su diagnóstico, su única residencia entre los vivos.
Está fría la luz y el flujo sanguíneo se agita.
Aún no despiertan las pupilas estelares en este examen vespertino,
cubierto por descargas eléctricas, por el estruendo de impulsos nerviosos
y por la tensión de los ventrículos.
Y aquí estoy, frente a mi propio torso.
La llama interna de donde se abrieron
 mis ojos
para inspeccionar la anatomía del mundo
y recitar, a todos los músculos, un silencio suspendido.
Ivette Mendoza Fajardo