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jueves, 28 de agosto de 2025

Médula del desvarío

Irradia mi médula elástica en el enchufe de la expresión.
Entre los engranajes siento cómo resbala la sentencia quebradiza,
llega con el arrebato de la sinrazón.
 
El mundo camina sobre la leve furia de los sentidos
y deja tras de sí una estela enajenada, fósforo hermoso.
 
La horca de la desazón apolilla mi existir.
Corrige, a su modo, el rumbo de un farol.
 
Sólo hay una forma de ver la tarde mastodóntica:
cuando un rostro agrietado aparece en el imperio del meteorito
y se exonera entre las cejas del designio.
 
La tierra es un extraño ruido que se aferra a un broche perdido;
en la pureza de sus muecas lidia con el combate
de tercos besos.
 
Las viñas del dolor navegan peregrinas,
cargadas de divina esencia.
 
La mañana se sostiene de prisa, persa en su ademán, como los
corazones apresurados.
 
Y en mi médula gravita la forma intacta del desvarío.
Ivette Mendoza Fajardo