Entre porcelanas y sombras
Los escaparates del cielo guardan la
vajilla de mis quimeras,
como porcelanas desapegadas que, súbitas,
se quiebran
en el mar blando de la bondad.
Una cúpula de vigor —la realidad que no
miramos—
moja lozas exasperadas con designios
traviesos;
sombras amargadas cosquillean al dragón
que rejuvenece en la yerba de mis
laberintos.
En un instante tropical avanzo sagaz y
menudo
por estratos amañados del sonido,
proclamando destellos de arengas
como lenguajes sellados en nuestras anclas
sumergidas.
Te valoro con estallido en el licor
rutinario de nadie,
y cada noche se licua la diversidad de todo
cuanto existe.
Satisfecho es mi sueño de bengala; su
textura frágil persiste
en la palabra entubada, sincronía compleja
de mis vestimentas.
El aura del tiempo que me aprovecha delira
con recelo de azulejo,
y conmociona en compañía de tu oído
primordial.
Sin complacencia atravieso la fealdad
del origen de la butaca invertebrada; en su
tolvanera irritada descifro
el precio de sus misterios.
Y para decir verdad, todo está para poder yo
cambiar,
porque solo así resisto
a esta gran fuerza de batalla perpetuada.
Ivette Mendoza Fajardo
