Mis mañanas en el traslúcido mirador.
Agosto,
poblado de espíritu complacido, lleno de
hojas y mi presencia,
me rinde a la suavidad de la lluvia
y escucho los murmullos del magnolio.
En la espiga de mi mundo, broches de oro y
cendal,
la intensa sensación de reverdecer
al alborozo fresco de la natura.
Mis mañanas fértiles de flores y azul
profundo,
radiantes de terciopelo, radiantes de
vides.
Qué me diría esa nube devorada por el
tiempo
si el alma, colmada de luz y azucenas
trémulas,
se sumerge en el crepúsculo de todos mis
recuerdos.
Qué fragmento de vida me lleva el andar
hacia lo pálido,
hacia el animismo de la sortija rota que
custodia los siglos.
Ivette Mendoza Fajardo
poblado de espíritu complacido, lleno de hojas y mi presencia,
me rinde a la suavidad de la lluvia
y escucho los murmullos del magnolio.
la intensa sensación de reverdecer
al alborozo fresco de la natura.
radiantes de terciopelo, radiantes de vides.
Qué me diría esa nube devorada por el tiempo
si el alma, colmada de luz y azucenas trémulas,
se sumerge en el crepúsculo de todos mis recuerdos.
hacia el animismo de la sortija rota que custodia los siglos.
Ivette Mendoza Fajardo