Voces extrañas sobre la tierra
Me redimo entre voces extrañas que se
inclinan,
el suelo es mi dueño y me desarma a la vez;
no huyo, no me diluyo en los pantanos de la
bruma,
el mundo me observa y me desvanece
en
la desazón de un alma adolorida.
Cuchichean las raíces que laten bajo mis
pies,
el viento me despotrica, se lanza al
silencio silbando,
las piedras no dejan que caiga ni que me
levante,
el tiempo se enreda en mis baratijas
amistosamente.
La luz bebe las tormentas que atravieso,
el abandono roza mis brazos de ave
resentida,
la savia de los días se ahoga en charcos de
silencio.
Me renuevo en aire: solo existe
una tierra incomprensible: cercanía y
fuego,
el crepúsculo es blanco y me llama a
desaparecer y rendirme.
Ivette Mendoza Fajardo