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jueves, 14 de abril de 2016

Lleva acero


Lleva acero el esternón de mi alma
Aunque es de barro y aliento,
En el bosque de hadas una fuerza
Hidráulica me impulsa hasta las yemas
De mis dedos plumas que humecta
Vibrando la resequedad  de sus grietas.

Simiente engarzada en el agua cerca del
Itrio peñasco, devuelve la potestad
De mi voz. Acoge el cántaro el
Sueño sagrado, recoge sus frutos
Añiles que pasan por el puente
Inalámbrico.
Bajo la lluvia, lluvia. Sobre la bruma,
El jardín de mi cuerpo desnudo donde
Pulso el botón del portal de Nirvana.
Todo queda archivado en el pergamino
Rutilante del matriarcado divino.
Mujer, mujer soy hecha de las plegarias
A Dios, mientras amamante una luna
Con dos bocas, mi barro y mi aliento
Brota mujer.
Ivette Mendoza

Nace móvil



Nace móvil


Nace móvil un lienzo halógeno,
Un fresco océano lo precipita
A la cueva mimosa que goza la  
Rosa rociada, la rosa, rosa oteada.
Estancia de un corazón de viento
Que haya ventura en su armadura,
Su realidad dulce. En el estero, sus
Ansias.

Tiembla, tiembla el gemido interno
Tiemblo en el reversible confín
Tiemblan las horas cuando se acerca
El fin; huella que deja en la aurora.

Como el Triángulo de las Bermudas,
Desaparece un buque de lágrimas,
Estático al fondo del mar, astral en
La superficie. Tragado en horas
Menguadas, por una tarántula- arrecife.

Me embarco en el destino clavado
Por pinos. Un puerto de sombras,
Un jilguero adivino que canta, canta
Y tiembla al cantar. Venía cansado.
Venía extasiado.
 Ivette Mendoza

miércoles, 13 de abril de 2016

Madrugada escapada de espinas


A cuerpo limpio, madrugada escapada
De espinas.
Una rosa que no se pierde de
Andar en la proa de las horas
Hasta su tallo fecundo,
Aflora en un rayo iracundo.

El Buda que aplaca el ciego sentimiento
Espera la quietud de su blonda belleza
Descartando el placer de su carne
Que vierte diminuta y asustada.

Tú, que me encuentras en el llano del amor
A mandíbula batiente,
Mi corazón regresa
A su tierno serpenteo silvestre
Y se disipa en la luz.

No hay más espinas en su boca,
Ni jaulas, ni encierros,
A tiempo calma,
La tormenta de espinas viciosas.
 Ivette Mendoza

Para la reciente labranza


Para la reciente labranza
Que de las palabras siembra
Ojeriza en las esperanzas,
Su ocaso etimológico
Trae oleaje de alcaravanes repentino.
A la sazón labrador
Proclive a este tipo de cosecha
Pulsa la puerta eléctrica del cielo
Con la mano derecha
Y su labia frutecida
Para darme la nata
Pluralidad de tu mirada
Y germinar
En el surco refractario
De su misterio.
Ivette Mendoza

martes, 12 de abril de 2016

Mundo de constelaciones


Mundo de constelaciones tranquilas,
Hay una en mi pecho que se deja
Acariciar.
Garabatear la piel de tu alma me
Hace una diosa que busca la manzana
Prohibida.
Me entrego de lleno a las rimas
De un poema, me rebelo cuando
Tocan mis labios envenenadas.
Espoleando la luna vaquera,
Sumergida en su aguardiente sabor.
He decidido al fin que la mejor
Manera de vivir es la que me
Conduce a las quimeras del sueño
Iluminada por el rayo demencial
Del verso.
Hay lunas que se levantan con sed
De romance, hay soles que se desbordan
A la mitad de un poema.
Un dulce beso vislumbra el fulgor de
Las almas que no han podido cruzar
Más allá del horizonte.
Tu carne diluida en lavanda fragancia
Se hace llover desde un cielo apacible,
Comprensible a mis penas.
Vivir perdida en los amaneceres
Me trae una dicha humectada, labrada
En nueces con un fulgor insano.
Tu mirada me lanza su sed delirante
De fuego, me quema el alma y nuestro
Amor es ciego.
 Ivette Mendoza

lunes, 11 de abril de 2016

Bronceada desde


Bronceada, diluida dentro de los confines del sol
Con mis párpados fuego y sus sumisas pupilas.
Si no me acaricias me pierdo como la alborada
Ensombrecida por oscuras estrellas.
En tu océano navego como barca tranquila y
La brisa desde arribe nos sonríe.
Hay días de lluvias, días en que solo escucho
Tú susurro; mientras tu corazón es un libro
De cuentos románticos al que me pongo a leer.
Soy cien corazones en uno, soy un alma contenta
Que centellea como haz de luz, cien corazones
Que me rodean.
Caer rendida sobre el manto astral de la noche,
Dormir entre sus alas de nieve y su follaje sonoro;
Luna más luna su canto de cuna, sus misterios
Que atesoro.  
Se traga mi clara visión la última demencial inspiración
De un poeta, se convierte en letras,  se hartan mi
Razón, me hacen poeta.
¡Olé, olé! Fogosidad de mis piernas haciendo
Ruidos, sin poder escapar de su música atolondrada,
Pero al final me hace reflexionar que soy  nomás un
Pájaro comiendo migajas de pan en otoños ruidosos.
Me sueño imperfecta y feliz reclamada solo por
La inmensidad del mar cuando se despoja de sus
Fatuas olas miopes.
Ivette Mendoza

domingo, 10 de abril de 2016

El iceberg iletrado


El iceberg iletrado de sal
Se escapa locuaz del meollo oleáceo violáceo   
Que sabe la historia del alumbramiento
Glacial.

Psicodélica  antorcha olfatea su logística
Y engulle el sabor de la vida
Con sus tenazas mostazas.
¡Átalo del cuello, y ponlo a prueba!
Déjalo nadar en sollozos de lenguas.
Déjamelo a mí encogerlo antes que
Pueda escapar.

Solo hay un lugar lúgubre a la orilla del mar
Donde lo podemos embalsamar.
Estudioso nunca ha sido; una suerte de leche  
Con una pizca de sal es lo que necesita
Para poder comenzar.

Atila, dijo… ¿Pero que hace Atila aquí?
Si todo lo que se le avecina, se le avecina
Imposible como de ciencia ficción.  
En el enjambre de cruces, su diente óptico
En el enjambre de espadas, su oído molar.
Abrázame esqueleto de hielo, abrázame
Con mucha formalidad. 
Ivette Mendoza

La dócil caricia



La dócil caricia del literario viento
Suspira dentro de las letras rimadas.
Las huellas de su intimidad anhelada
En el oculto raudal que emana su aliento.

Es como la caricia del sol que ve y siente,
Ve la bruma y la siente transparente
Bajo el nombre que la nombra sola,
La nombra como ángel en las olas.

Qué hace su desnuda vida colorida,
Repleta bajo una sinfonía de musas,
Con versos tocando el vals de aida.

Transpira la historia de su historia fluida
De caminar por estrellas con ojos de oro
Y divertir al mundo con su literario coro.
Ivette Mendoza

Sonidos del silencio


Recuerdos de la luna en los sonidos del silencio,
Recuerdo canciones de caja de música.  
Cuatro sapientes campanadas en cuyas huellas
Apalabradas, tú, no las has podido engañar,
Porque se repiten en sones armoniosos.
Para vivir mejor, -digo-, todo tiene que ser
Relativo a la luz. Relativo a tus besos y tus
Caricias.
Se multiplican flores de sacuanjoche, se
Multiplican a la velocidad de la luz,
Adornan mi cabellera como musicales luceros.
Reposo entre las dos caras de una tortilla de
Maíz, me robo el corazón de un labrador pinolero
Que labra sueños en la tierra azul y blanco.
Avanzo lento, despacio dentro de follaje de
Tu pecho y encuentro un fruto oloroso que me
Da la fuerza de dormir hasta en una cama de piedra.
Bajo las estrellas, entre algas y la espuma del mar
El mágico sueño inoculando la razón y no
Reconoce la imparcialidad de la sombra, ni la
Duda de las flores que tratan cruzar el brusco
Borde de cielo.
El pasado es una mochila que pesa mucho,
Por eso dejo que el curso natural del destino diseñe
La vida que he imaginado.
Soy un corazón sin fronteras, amo el oxigeno
Libertario, en la patria forestal que habito no hay
Palabras juiciosas, ni chismes, ni comentarios
Porque este corazón sabe que esta carne que
Lo envuelve solo vive una vez.
Ivette Mendoza

sábado, 9 de abril de 2016

Sensaciones sutiles


Sensaciones sutiles, libertad desencadenada
Me llama la llama de mármol y se excita. Un
Reflejo violeta gira en la tierra feliz al compás
De su música. Tus labios tocan mi sexo sediento
Y come la manzana prohibida, hacen tus ojos
Brillar. Entre mis pechos de fuego cae diminuto
Tu corazón y transita por los pasillos de la niebla
Iluminándolo todo.

Palpitas entre la soledad del arcoíris y sus puentes
De pluma. A la hora del rocío, tú,deambulando
En el vaivén de las olas, tu cabellera de hierba
dormida, mi espacio infinito, mi mundo extasiado.

La cosmetología de la mente advierte peinar
Pensamientos, enmascarar las palabras
Con dulce veneno, exfoliar las callosidades
Del alma para relucir su rostro eterno. La
Crema hidratante me devuelve la juventud
De mi cuerpo de luz y  anuncia el centelleo
De la copulación astral en la continuación
Del tiempo de ondas violetas.

Sucedo en la inmensidad de las aguas, la tierra
Se abre conmigo, se cierra y se abre en su hora
Anacoreta, la mañana germina en mis
Senos, la noche gira alrededor de la
Manzana cumpliendo todas sus promesas.
Ivette Mendoza

viernes, 8 de abril de 2016

Rujen caminos


Rujen caminos en la arboleda lavanda,
En la arboleda lavanda se escribe el poema.
Siete mariposas sostienen los siete pilares del mar,
Siete pilares que son consciencias iluminadas.
Por el ojo del faro pasa una tormenta que
Que se alimenta de mí, de mis huesos.
Mi cuerpo es el blanco candor por donde
Vuelan los pájaros.
Surjo hecha de heno, dulce y pensativa,
Mi alma, un gorrión blanco.
Y es cierto que el corazón nutre el silencio
Del mundo, sembremos amor, recogemos tibia
Su imagen.  
Duermo en el espacio virtual de las aguas,
Me despierta el color de sus gritos.
En ti hay sinfonías de lobos aullando,
Que atraen el arrepentimiento de la noche.
Yo era la celeste primavera antes de ser mujer,
Hoy intento volar en las mansiones del alma.
Saber que la verdadera poesía se nutre de
Tan solo pensamientos locos, mi corazón
Palpita en ellos, se desbordan dentro de mí.
La calistenia de la vida ejercita mis deseos
De ser tan solo yo sin prestar atención a las
Necedades del mundo.
Ivette Mendoza