Cabelleras de Algoritmos
Un
tetraedro con detalle caprichoso
busca la
estampa de mi pensamiento.
Esta, que
articula los ribetes amarillos
del acecho,
se sitúa en el receptáculo
de nuestra
tristeza y de nuestros cuerpos.
Husmear
verdades blancas nos toma
de las
manos, suavizando asperezas.
Miro
fórmulas, dosificando el espacio y el tiempo,
mientras
mis dedos, por el infinito, van gastados
dentro de
lunas de inteligencia viva.
Mis pupilas
son el cataclismo que llora tu aliento
con sabor a
eternidad, halagando los muslos
del
escándalo, que hacen sus robots numéricos;
y yo sacudo
sus inquietas cabelleras de algoritmos.
Desciendo
desde elásticos corazones
que,
aplaudiendo, chocan y se hacen añicos.
Un número
cotidiano es la razón que me desangra
de una vez
y para siempre. Un número cotidiano
me hace
cosquillas en mis costados, y con una
mano de
madera china, yo lo ahuyento.
Ivette
Mendoza Fajardo