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jueves, 15 de mayo de 2025

Erizamiento de Miradas

Qué delicado el fulgor que chisporrotea
cuando asciende el día volando en adjetivos.
Derrama su trampa de semántica grandeza,
y huyen figuras en pedacitos de vida sin ruido ni tregua
del espejo distante de sonoros nervios.
 
Los ríos se rinden, a la indiferencia de las palabras
la ciudad se borra, en los confines del quebranto
la ciudad se borra en los manjares del paladar.
¿Cuántas veces morirá la ciudad antes de que nos toque?
 
Todo cambia al andar a ciegas:
gestos, rastros, sitios sin milagro buscando el amor.
 
La luz se desvive, roza en erizamiento de miradas,
quema suave, en la médula de turquesa donde
viven como alas que no recuerdan, solo de vez en cuando.
 
El tiempo —cariñoso, fatal—no lastima la sombra,
sólo cae, echando chispas guiado por su propio giro,
hacia este ahora perfecto, tan inevitable
como despertar.
Ivette Mendoza Fajardo
  
Las Ondulaciones del Recuerdo
 
Los nardos vibran por la sombra inerte,
y el corazón se ondula de recuerdos,
en ruta hacia mis lágrimas que no se rinden
aunque sepan que amar también es hundirse
bajo el grito seco de mi ira.
 
Esconden una penca que me quema,
la jornada de una caricia misteriosa,
terca como una burbuja al deslizarse.
 
Y mientras caen, clavan una cruz en la alta frente
que perseguimos cuando no estamos ciegos
de realidades ausentes, como ese deseo que no borra la noche
aun después de apagarse la luz cruel.
 
Lo sentimos lejos: cifrado en tu sombra,
quieto y completo, en las sienes ardientes
de la desolación que no espera.
 
Y cuando al fin nos vayamos, quedarán
frutos de desolación sin madurar.
Solo miraré aquel corazón
que me amó antes del nunca.
Ivette Mendoza Fajardo