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viernes, 2 de mayo de 2025

Alacranes de la Angustia

Mueven los vientos sus manos de fuego,
—su pantano hondo de llanto—: allí
donde el faro ve el asombro y el cataclismo.
Algo es llevado a los símbolos de la saliva...
 
Ella respira. Ella piensa en el ondear de la ilusión.
El bramido de las miradas —ese ladrido de corazones
despavoridos— suelta cabelleras de luces.
¿Las sueltan, acaso, colmados de frutas?
 
¡Ah! Y yo, junto a la mar, sollozo sobre el mármol.
Me gime un alma cavernaria, enchapada de medallas,
con olor a trajes húmedos, que empuñan sonidos,
visten joyas del anochecer.
 
Muertas de infamia, las aguas dormitan en el rincón.
Me exigen llevar la especie enloquecida —
adúltera, bailarina—, que patina sobre
la lengua fragante, sobre los alacranes de la angustia,
que me buscan en la antología del sueño.
Ivette Mendoza Fajardo