Hostil a la
órbita del pan que no alimenta
y al canto
vacío que aún no llega,
una sombra
descalza de siglos se desliza,
dejando
techos tristes y lámparas apagadas,
como si el cielo
llorara herrumbre sobre los días.
Su forma es
hambre con rostro de camaradería,
una lanza
en zozobra que atraviesa la calma,
y al tocar
el gris, lo rompe desacoplado.
Viaja
envuelta en neblina, acorta desamparada,
naufraga en
mis huesos con su peso de pena,
y todo lo
que roza lo hace bruscamente,
pierde su
nombre, su color, su sentido.
En su
palma, seca y silenciosa,
la tierra
tiembla,
trata de
resistir…
pero al
final,
se rinde, y
yo, sin saber si resistirla o acogerla,
la dejo
entrar protestando…
Ivette
Mendoza Fajardo
y al canto vacío que aún no llega,
una sombra descalza de siglos se desliza,
dejando techos tristes y lámparas apagadas,
como si el cielo llorara herrumbre sobre los días.
una lanza en zozobra que atraviesa la calma,
y al tocar el gris, lo rompe desacoplado.
naufraga en mis huesos con su peso de pena,
y todo lo que roza lo hace bruscamente,
pierde su nombre, su color, su sentido.
la tierra tiembla,
trata de resistir…
pero al final,
se rinde, y yo, sin saber si resistirla o acogerla,
la dejo entrar protestando…
Ivette Mendoza Fajardo